Por Adriana Welton, Vicepresidenta y General Counsel de Legal y Regulatorio en AT&T México
Los datos son claros: incluir a las mujeres en las fuerzas laborales en igualdad de oportunidades favorece a las empresas y a las sociedades. Por ejemplo, diversos análisis indican que las empresas con una participación del 30% de mujeres en sus juntas directivas alcanzan una mejoría en el retorno sobre activos del 13% en promedio.[1] A pesar de las múltiples ventajas competitivas que se desprenden de la igualdad de género en el entorno empresarial, este sigue siendo un tema pendiente en la gran mayoría de las empresas.
Para caminar en esta dirección, un primer paso es que las compañías le den prioridad a la igualdad de género, empezando por un análisis de las barreras reales y percibidas que existen concretamente al interior de la compañía. Con esos datos se podrá tomar acción efectiva, implementado políticas y programas que nos acerquen cada vez más a un entorno en el que todas las personas podamos prosperar.
Esto me lleva al rol clave de las mujeres líderes. Somos visibles, tenemos poder de decisión y, por ende, nuestras acciones determinaran el nivel de éxito de estos esfuerzos. Tenemos la responsabilidad de crear ámbitos laborales inclusivos que permitan que las mujeres tengan éxito por – en lugar de a pesar de – quienes somos.
En los inicios de mi carrera tuve la oportunidad de trabajar con un grupo de mujeres líderes talentosas, quienes daban lo mejor de sí, manteniendo una gran humanidad y autenticidad. Se apoyaban y creaban comunidad entre mujeres, aun cuando sus personalidades y afinidades no eran fácilmente compatibles. No eran mejores amigas, pero reconocían el valor de las demás y creaban espacios para el desarrollo de otras mujeres. Ellas han sido mi ejemplo a seguir en el tipo de liderazgo que ahora ejerzo.
Estrechar los lazos entre las mujeres que formamos parte de un equipo en una organización es crucial para el éxito del equipo como un todo. Está comprobado que las relaciones positivas y sólidas facilitan la transferencia del conocimiento, en especial, del conocimiento tácito que suele ser más difícil de articular y, por lo tanto, es también más valioso.[2]
Pensando en esto, en 2020 puse en marcha un programa llamado “Unidas somos más fuertes” dentro de mi área de trabajo con el propósito de hacer consciencia sobre el valor de una comunidad entre mujeres que nos permita ser auténticas, humanas y aliadas para apoyarnos en nuestros retos profesionales. Como parte de las actividades, hemos hablado con diversas mujeres líderes sobre cómo prosperar en carreras donde hay poca representación de mujeres, cómo apoyarnos entre nosotras e incluso consejos para sobrellevar situaciones comunes.
Además, hemos invitado a las mujeres de esta iniciativa a que se acercaran con alguna compañera con quien tuvieran ciertas diferencias con el fin de entablar un diálogo constructivo e informal, para encontrar una forma de superar juntas cualquier tema. Esto en particular dio resultados casi inmediatos, lo cual se reflejó en una mejor colaboración y trabajo en equipo entre ellas y en el equipo en general.
Mi prioridad como líder es crear una cultura en la cual todas las personas podamos venir a trabajar día con día con la certeza de que somos valiosas, que podemos ser humanas y auténticas, y así enfocar nuestras energías en aportar nuestro talento a los hitos de la empresa sabiendo que contamos con el apoyo de nuestros líderes y compañeros. Los hombres cuentan con una comunidad entre ellos que les permite trabajar así, es tiempo de que nosotras hagamos lo mismo. Juntos y juntas somos más fuertes.
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