El 1 de enero del 2007, cuando la población aún no despertaba del todo y enfrentaban la resaca de las fiestas navideñas y de fin de año, México despertó con una noticia que lo sacudió de pies a cabeza: el precio del kilogramo de tortilla había aumentado, considerablemente. En algunos casos al 70 por ciento. Algo inusual para un Año Nuevo.
Para muchos seguidores de la política económica no fue ninguna sorpresa. Desde fines de septiembre y principios de octubre del año anterior se conocía este incremento. Daban las razones y explicaban el porqué del alza. Es más, lo comentaban voz en cuello. Pero no todos deseaban escucharlos. Primero estaba la Navidad y el Año Nuevo. Luego, Dios dirá…
Haya sido lo que haya sido, la realidad es que ese año entraron al mercado de los alimentos dos nuevos elementos que antes no existían. Primero, los granos y oleaginosas como generadoras de combustibles, en sustitución de los hidrocarburos; la otra, su cotización en los mercados de futuro que, si bien, ya estaban con antelación, la participación no era tan abierta.
De hecho, la especulación con los alimentos y el uso de éstos como carburantes fueron señalados como causantes de la escalada de precios, a nivel mundial.
Fueron dos causas. No las únicas. Otros actores participaron en los aumentos de precios de los alimentos.
Sequías, inundaciones y Cambio Climático, entre ellos. Además, China e India lograron elevar su calidad de vida y, por lo mismo, requieren de mayores volúmenes de comida para satisfacer el hambre sus poblaciones respectivas.
Del uso de granos y oleaginosas como alternativas carburantes, mucho se ha escrito. Baste decir que México enfoca esta política hacia productos marginales del campo, como la jatropha, higuerilla, sorgo dulce y productos que se cultivarán en terrenos ociosos o desaprovechados.
Las inversiones y el mercado de granos
“Hasta no hace muchos años, los inversionistas (fondos de inversión e inversionistas particulares) buscaban en el mercado financiero instrumentos donde colocar sumas importantes de dinero con el objetivo principal de conservar su capital y obtener los mejores rendimientos del mercado, mediante compra de títulos, acciones, divisas, bonos, futuros, por señalar algunos instrumentos”, indica el estudio “La especulación y los mercados agrícolas”, de la Revista Claridades Agropecuarias, de Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria (Aserca).
Agrega que “los especuladores, como se les ha llegado a nombrar a algunos de estos inversionistas que buscan en las fluctuaciones de los precios una ganancia, aportan al mercado liquidez en los precios, asumen riesgos que otros inversionistas no quieren y hacen que las transacciones se efectúen de manera rápida”.
De esta forma, los fondos de inversión y otros inversionistas han estado impulsando los precios de las materias primas (agrícolas, energéticas, etc.) a niveles récord, a través de compras masivas de contratos.
De acuerdo con reportes de la Bolsa de Chicago, al primer semestre del año pasado, el volumen global comercializado de futuros y opciones de granos, creció 32 por ciento, con relación a mismo periodo del 2007.
Estos expertos señalan que posiblemente parte de las inversiones que los fondos tenían en el sector hipotecario de Estados Unidos, fueron a buscar mejores opciones al mercado agrícola que ha estado ofreciendo buenos niveles de rentabilidad.
Mercado orgánico vs biotecnológico
En esta lucha por el mercado de los alimentos existen dos grandes jugadores. Por un lado están los orgánicos que, por razones, reales o ficticias, de salud, ganan adeptos.
Este fenómeno se da, en especial, en Europa, Japón y Estados Unidos. El consumidor está dispuesto a pagar, incluso, un sobreprecio por el producto.
México es uno de los gigantes, a nivel mundial, en este tipo de productos, según datos aportados por Blanca G. Villarello, coordinadora general de Promoción Comercial y Fomento a las Exportaciones, de la Secretaría de Agricultura (Sagarpa).
El producto líder es el café, pero existen otros más que ganan terreno en los mercados internacionales.
En contraparte, están los transgénicos, satanizados por un amplio sector de la población, al considerarlos no aptos para el consumo humano, pero sus impulsores vienen explotando su doble valor, de productos funcionales; es decir, como alimento y medicamento, al mismo tiempo.
Además, su cultivo crece constantemente en el mundo y, cada día, un mayor número de agricultores los siembre. “Esta la mejor forma de solucionar el problema del hambre”, reporta AgroBio México, bloqueo de empresas biotecnológicas del país.
El hambre en el mundo
El último reporte de la FAO indica que el hambre alcanza a casi mil millones de personas en el mundo, equivalentes a la sexta parte del total de habitantes. El sudeste asiático, Africa Subsahariana y regiones de América Latina y el Caribe son las más afectadas con cuadros dantescos de niños famélicos y ancianos buscando en los basureros algo que llevarse a la boca.
Estos cuadros podrán ser más agudos este año por la crisis financiera que recorre toda la faz de la Tierra.
Datos de la Unión Europea, hechos públicos desde España, en los días previos a la Navidad, daban cuenta de mercados y supermercados con ofertas adelantadas, ante la falta de compradores, en especial de artículos de primera necesidad.
“Todo puede dejar de comprar la gente, menos los alimentos”, dijo Francisco López Tostado, subsecretaria de Agricultura, de Sagarpa.
Ante este panorama, México podría ser una gran excepción. Las cosechas del año pasado superaron la meta prevista de 196 millones de toneladas de alimentos. Para el presente 2009, se espera llegar a los 200 millones.
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