Sepultada la ciudad de Detroit suspende pagos con una deuda por una crisis interminable y cuidad la que llegó a vender casas por un dólar en el 2008, acaba de suspender pagos en lo que constituye la mayor reestructuración de la deuda de una ciudad estadounidense de la historia.
La “ciudad del motor” cancela el pago de intereses y principal de una deuda estimada en 20.000 millones de dólares, después de que el Gobierno de Barack Obama haya rechazado rescatarla. Los pasivos de Detroit son casi siete veces los del condado de Jefferson, en Alabama, que suspendió el pago de sus 3.900 millones de dólares en 2007, en lo que hasta ahora era la mayor crisis municipal de EEUU.
La suspensión de pagos se ha producido después de que el administrador especial de la ciudad, Kevyn Orr, no haya logrado un acuerdo con los acreedores. En Estados Unidos, sin embargo, las suspensiones de pagos son mucho menos dramáticas que en Europa. Simplemente se trata de procesos en los que el deudor se reestructura y los acreedores se resignan a ver cómo pierden una parte de su inversión. La petrolera Texaco (en la actualidad, parte de Chevron) o el condado de Orange (uno de los más ricos del país, en California) están entre las entidades que han suspendido pagos en el pasado sin mayores problemas.
La situación financiera de Detroit es un ejemplo de la crisis de muchos centros urbanos estadounidenses, cuyos ingresos fiscales fueron pulverizados por la recesión de 2007 a 2009, combinada con el cambio estructural de su economía.
A eso se ha sumado tambien la corrupción, que llegó al extremo con el ex alcalde de la ciudad, Kwame Kilpatrick, que está en la cárcel por una lista considerable de delitos entre los que figura haber tratado de pegar una paliza al policía que fue a arrestarle a su casa.
La situación, así, se ha agravado. Al irse a los suburbios que en EEUU no tienen el sentido derogatorio de España, sino al contrario, los residentes más ricos han dejado de pagar impuestos a Detroit, que es donde se concentran los pobres. Ahora, la suspensión de pagos obligará a la ciudad a recortar todavía más los programas de asistencia social.
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