El crecimiento económico de México en 2009 será de menos uno y podría quedar bajo cero de no ser iniciadas a la brevedad obras de infraestructura que disminuyan la actual tasa de desempleo, causante de por lo menos 2.2 millones de trabajadores en brazos caídos. ¿Quién puede salvar a la nación de este desastre? ¿Serán acaso los secretarios de Hacienda y Economía, Agustín Cartens y Gerardo Ruiz Mateos, respectivamente?
Merrill Linch calcula el avance de nuestro país en 0.9% para el año próximo y considera que Estados Unidos sólo crecerá 1.9% en el ‘09, de no caer más profundo el imperio de la globalización, destructora de economías e instituciones financieras.
Sin embargo, el Presidente Felipe Calderón cree que podrá detener el estancamiento mediante 32 mil millones presos otorgados a pequeñas y medianas empresas a través de Banobras y Bancomex. Ojalá.
El principal responsable del desastre, George W. Bush, decidió que su gobierno compre acciones de los principales bancos estadounidenses, en esfuerzo desesperado por contener el caos, pero advirtió que eso no significa destruir a la economía de mercado, llamada también neoliberalismo en nuestro país.
Sin embargo, eso mismo conduce a EU a una economía mixta, en la cual participa el estado y sin dejar toda la actividad productiva a los empresarios. Esto funcionó en México durante la era del PRI, pero llegaron los tecnócratas y echaron todo por el voladero.
¿Quiénes en nuestro país son capaces de sacar a flote a la economía, crear fuentes de trabajo y evitar que siga avanzando la pobreza extrema?
Mucha gente creyó en el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, sin detenerse a considerar que él pertenece al sistema globalizador. Igual que los «Chicago Boys», su formación es idéntica a la impartida en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sus convicciones no cambiarán de un momento a otro.
Así se explica por qué Carstens afirmó durante por lo menos medio año que cuanto sucedía en EU, como resultado de la descapitalización crediticia en el ramo habitacional no afectaría a México, supuestamente por estar blindados y porque el gobierno «se preparó» para enfrentar esa y otras contingencias.
La verdad es que, en vez de continuar la infraestructura de la era priísta, los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón han atesorado el dinero proveniente del sobreprecio petrolero, de las remesas enviadas por mexicanos radicados en EU e incluso es aprovechado el circulante monetario que genera el hampa organizada.
Así ascendieron las reservas a 86 mil millones de dólares, convirtiéndose en el primer respaldo del calderonismo. Esto condujo a Carstens y al gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, a disponer de 10 mil 800 millones de dólares y colocarlos en el mercado bursátil para detener la devaluación del peso, la cual llegó en un momento a 14 por dólar.
Los dólares entregados a los bancos fueron aprovechados por algunas empresas, entre otras Comercial Mexicana, lo cual dio lugar a una especulación fuera del mercado bursátil. Carstens criticó ese mal manejo, e incluso recomendó no comprar dólares ni recurrir a subastas de «derivados». Declaración desafortunada porque si Hacienda y Banxico recurrieron al dinero de las reservas fue para eso, para especular, aparte de que los bancos receptores no recibieron instrucciones en contrario.
Tampoco el gobernador de Banxico, Guillermo Ortiz, resultó bien liberado de este enredo porque, a su juicio, no hubo especulación contra el peso. ¿Y comprar dólares no equivale a eso?
Por lo pronto le fueron causados estragos a las reservas custodiadas por Banxico en al rededor del 13% ¿Y quien puede apostar a la actual paridad del peso si la crisis mundial duraría lo que falta de este año y todo 2009?
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