Notas

Ecosistemas, fuente del sistema agroalimentario

Al impulso de los sistemas agroalimentarios tradicionales, es posible sumar el aprovechamiento de la vasta biodiversidad de nuestro país mediante la recolecta, así como la vigilancia de los ciclos naturales de sus ecosistemas, aseguró Juan Antonio Cruz Rodríguez, investigador del Departamento de Agroecología de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh).

Lo anterior, indicó, permitiría generar fuentes de trabajo con menores costos de producción e inversión que los tradicionales sistemas agrícolas, a la vez de garantizar la subsistencia de las familias campesinas.

Al participar en el ciclo de conferencias virtuales del Seminario Internacional “Agroecosistemas: alimento, biodiversidad y resiliencia”, organizado por la Secretaría de Medio Ambiente y la UACh, el académico explicó que los productos que se obtienen de la recolección en los ecosistemas naturales alcanzan un valor importante en el mercado internacional, como la goma del árbol del chicle (Manikara zapota), y ceras como la candelilla.

A diferencia de la agroecología, expuso, los ecosistemas naturales no requieren mayor manejo que el cuidado y conocimiento de los ciclos naturales, de manera que campesinos y campesinas acuden a recolectar los productos que se dan en sus respectivas temporadas, sin que se tenga que hacer mayor esfuerzo ni inversión, como sucede en la agricultura, donde se tiene que cultivar para luego cosechar.

Afirmó que si se recurre al aprovechamiento de estos sistemas silvestres o naturales seguramente se generarán fuentes de trabajo, ya que se requiere de gente que acuda a podar los árboles silvestres, y a recolectar o extraer sus productos, para luego procesarlos y aprovecharlos mientras se deja que la naturaleza continúe su ciclo normal sin mayor intervención, salvo cuidar que los ciclos no se alteren.

Durante su conferencia “Principios para el aprovechamiento de especies vegetales en ecosistemas naturales”,  aseveró que se debe tener presente que en México los ecosistemas naturales son fuente de una gran diversidad de productos, semillas y frutos, además de exudados (látex, gomas, resinas), estructuras vegetales, maderas, cortezas, raíces y yemas.

Por siglos, dichos recursos han sido aprovechados por las culturas ancestrales, y se siguen extrayendo de la misma forma como en el caso de los ramonales, los copales, las pitayeras, los zapotales, las biznagueras (de donde se obtiene el acitrón) y los magueyales, mediante la antigua práctica de recolecta que sigue vigente desde los “tiempos primitivos” en que el ser humano iba de caza, recolecta y pesca.

En ese sentido, la mejor manera de aprovechar esta fuente es involucrar a los usuarios de los recursos, que son quienes poseen los conocimientos de los ciclos naturales, así como aplicar las mejores prácticas para su aprovechamiento, con el fin de no sobreexplotarlos.

Cruz Rodríguez detalló que, de acuerdo con el Anuario Forestal de Medio Ambiente, durante 2017 se produjeron arriba de 50 mil toneladas de productos forestales no maderables con valor económico de 120 millones de pesos que, aun cuando no parecen ingresos considerables, en su mayoría son utilizados como alimento para la subsistencia de la población que vive de los ecosistemas naturales.

Insistió en que estos productos obtenidos de espacios naturales en realidad son recursos de aprovechamiento, cuyo fruto está determinado por el manejo del campesino o la campesina. De manera indirecta, subrayó, muchos de estos ecosistemas sí son reflejo de la participación humana.

En resumen, dijo, un aprovechamiento responsable y bien manejado se puede traducir en el crecimiento y recuperación de grandes áreas de ecosistemas de vegetación que bien pueden convivir con sistemas de producción agroecológicos como aliados y fuentes de diversidad biológica y biocultural.

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