Notas

El túnel de la serpiente emplumada, lugar sagrado en Teotihuacan

Además de la recuperación de más de miles de objetos, entre los que destacan cuatro esculturas de piedra y ornamentos de jade, la excavación en el túnel del Templo de la Serpiente Emplumada, en Teotihuacan, ha permitido determinar distintos eventos que ocurrieron en este espacio entre los primeros años de nuestra era y el 250 d.C., dijo el arqueólogo Sergio Gómez Chávez, director del proyecto Tlalocan. Camino bajo la tierra.

Al dar a conocer los resultados preliminares de esta investigación multidisciplinar, encabezada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el arqueólogo que lidera este equipo de especialistas abundó en la hipótesis de que se está a punto de ingresar al verdadero inframundo: las tres cámaras al final de este conducto, que ahora se sabe tiene una longitud de 102 metros con 42 centímetros.

Sergio Gómez Chávez dio a conocer otro aspecto interesante. Antes de su clausura definitiva por los propios teotihuacanos hace mil 800 años, el túnel tuvo un cierre previo, para ese propósito se levantaron 18 muros en diferentes tramos del pasaje. Las paredes, algunas de más de 3 m ancho, se erigieron de adentro hacia afuera mediante bloques de tepetate unidos con argamasa de barro, y en algunos aplanados quedaron impresas las manos de sus constructores.

Mientras que el arqueólogo Jorge Arturo Zavala, integrante del proyecto, señaló que en este caso, primero se hicieron mochetas (paredes intercaladas a los lados) para después tapiar de forma definitiva, “no se puede descartar que las mochetas pudieron representar una manera de dirigir el paso zigzagueante de los oficiantes que ritualizaron el túnel, emulando así el movimiento de la serpiente, constructora de todas las corrientes sagradas”.

Teotihuacan

Sobre la importancia de los análisis estratigráficos, físico-químicos y micromorfológicos, para estimar algunos aspectos del túnel, entre ellos, su propia construcción, dijo que “fue construido totalmente en el núcleo del tepetate, a golpes de mazo, cinceles y barretas de tecnología antigua, sin escatimar esfuerzos ni recursos humanos. Así se modeló uno de los lugares más sagrados de Teotihuacan, un conducto alargado donde se aprecian las huellas del ancestral proceso de trabajo con herramientas hechas posiblemente de madera endurecida al fuego”.

Zavala detalló que este espacio cuenta con dos tiros para descender, el principal de 4.5 m2 y uno secundario de 83 cm; además fue construido en dos profundidades: hasta el metro 73 la profundidad es de 13 m, y a partir de esta distancia, el piso llega casi a los 16 m. Tiene dos cámaras laterales intermedias, en el metro 65, y tres en su extremo final, además de una bóveda de medio punto que constituye un recurso de ingeniería para asegurar la estabilidad del conducto.

Tiempo después de que en reiteradas ocasiones el túnel fue sellado mediante gruesos muros —continuó el arqueólogo—, otra generación de teotihuacanos ingresó tal vez por motivos relacionados con cambios políticos y religiosos ocurridos en la gran ciudad. “Entraron rompiendo los muros, aunque en la mayoría de los casos sólo se destruyeron de manera parcial, lo suficiente para permitir el paso”.

Después de realizar las actividades que llevaron a estos teotihuacanos a irrumpir en el túnel (quizá para depositar los restos de personajes vinculados al gobierno, según la hipótesis del arqueólogo Sergio Gómez), éste fue clausurado definitivamente con grandes volúmenes de piedras producto del desmantelamiento de muros con que fue sellado en un primer momento, así como tierra proveniente de un estrato agrícola removido.

Según, Jorge Arturo Zavala explicó que el desnivel del túnel, a partir del metro 73, puede obedecer a que esta parte fue construida para ser un continente de agua (porque en ese nivel se halla el manto freático) como parte del paisaje ritual del inframundo. De ese modo estaría señalando una especie de umbral a la “verdadera cueva donde ocurre la gran inundación primigenia que narra el mito mesoamericano de origen”.

En el caso del túnel, “es necesario vincular los eventos detectados en su interior con los que ocurrieron en Teotihuacan, toda vez que “estamos ante un contexto único dado el lugar donde se ubica, el centro mismo de la metrópoli, y por su asociación inmediata y cronológica con el basamento del Templo de la Serpiente Emplumada y La Ciudadela”, concluyó.

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