Vestidos coloridos, caballos ensillados y un ruedo listo para usar. La gente tomaba sus asientos, cada vez menos lugares quedaban en las gradas, los comerciantes, listos también, tenían sus puestos preparados. El sol, brillante y esplendoroso; el cielo despejado con vientos que no querían perderse el espectáculo; el locutor que narraría el evento ya casi terminaba de hacer los últimos arreglos a sus aparatos; apenas las participantes recibieran la instrucción aparecerían ante el público.
Y así lo habrían de hacer; era más que una simple competencia de escaramuzas, era festejar las tradiciones, el deporte hecho arte; las anfitrionas abrieron el evento, arrancaron desde el fondo del lienzo y a todo galope hicieron vibrar el ruedo, abordaron el rectángulo dibujado en el suelo como toda profesional lo haría, haciéndolo ver en extremo fácil.
Uno a uno sus actos quedaban a la práctica y a la suerte, no había más, todas desde puntos diferentes de la orilla arrancaban hacia el centro para cruzarse unas a otras, se atravesaban tan rápido que era casi imposible distinguirlas, parecían más bien, una animación a computadora, la sincronización era impresionante, el hecho de pasarse sin chocar debe ser una habilidad magnífica. Actos similares con varias competidoras de pueblos de Hidalgo y el Estado de México se hicieron presentes; el ejercicio más vistoso (y como diría el locutor del evento “el más aplaudido, el que más luce”), El Abanico, que consiste en una formación donde el caballo que está a la orilla va a la cabeza, el que está detrás se pone a la par unos centímetros más atrás y así respectivamente hasta el último cuaco que está casi al centro, se llevó la ovación del público.
Al final, todas las participantes fueron ganadoras (y vaya que todas merecían ese primer lugar), desde niñas de 5 años hasta mujeres de edad avanzada cuyas suertes enchinaban la piel de los espectadores llevaban nuestra tradición a lo más alto, no por dar muestra de su habilidad a extranjeros ni representarnos más allá de las fronteras, sino porque nos hacían conscientes a nosotros mismos de lo que somos… mexicanos.
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