La tragedia del avionazo del pasado día 4 del presente ha puesto en claro varias cosas. Todas ellas preocupantes. Primero, la terrible descoordinación existente en el gobierno y la facilidad con la que, desde la Presidencia de la República se puede dar paso a la ola de especulaciones y confusión sobre lo sucedido. Después de todo, fue el propio Felipe Calderón quien puso en marcha la idea del atentado. Enseguida, la batalla del mismo gobierno para intentar rescatar a la bolsa del impacto de la actitud presidencial, sin lograr nada en el terreno financiero y sí en cambio, ampliar la incredulidad. Y ahora, con el anuncio sobre lo que supuestamente sucedió, dejar abierta la puerta para que se sepa que en el gobierno existe de todo, menos responsabilidad y planeación. De acuerdo con el informe de la Secretaría de Comunicaciones, la muerte de varios funcionarios y ciudadanos inocentes el martes trágico, se debió a errores que, en cualquier administración pública, medianamente seria, jamás hubieran ocurrido. La idea que resulta de todo esto no es otra que la de la irresponsabilidad. Resulta por demás inaceptable la forma en que se deciden las cosas en el gobierno en terrenos que afectan a la seguridad, o la forma en que se pone en riesgo no sólo a los mismos funcionarios, sino a los ciudadanos que nada tienen que ver con el gobierno y su actuación, por más que sean siempre, los afectados por lo que el gobierno hace y deja de hacer. Si el gobierno pretende cerrar el caso con el anuncio realizado, lo que en realidad pondrá a la vista es no sólo su incapacidad, sino mucho de corrupción, incapacidad y cinismo. Y ello podría derivar en facturas muy elevadas en el terreno político…
Por cierto, para nadie es un secreto la forma en que el gobierno ha iniciado su precampaña electoral rumbo a los comicios federales del año próximo. Es obvia la forma en que el gobierno ha puesto a la vista la magnitud del problema de la inseguridad. Y por supuesto, la idea de que todo se debe a la incapacidad de las autoridades locales. El caso más acabado podría ser el del Chihuahua. Pero las cosas no serán tan sencillas. Con lentitud, pero con seguridad, las respuestas han sido puestas en juego. Y ya se recordó cómo es que el operativo para Chihuahua fue elaborado por el gobierno federal con Juan Camilo Mouriño en un papel destacado. Y si el fracaso total es el resultado, puede ser que las autoridades estatales tengan algo que ver, pero para cualquier solución habría primero, que analizar a las autoridades federales. A final de cuentas, el gobierno de Felipe Calderón puede hablar de grandes triunfos y goleadas al narcotráfico, la realidad dice que el problema se ha disparado y alcanzó ya niveles muy preocupantes…
Y para que las cosas se mantengan en el terreno de las angustias, no debe perderse de vista el muy serio problema económico que nos espera apenas inicie el año nuevo. Los discursos oficiales pueden ser todo lo optimistas que se quiera, el efecto será el mismo se quiera o no. Para nadie es un secreto que una vez que la nueva administración estadounidense tome el control de la Casa Blanca, las cosas empeorarán. Y no se requiere ser un experto para entender las razones. Barack Obama enfrentará el problema económico desde la óptica de los Estados Unidos y no del resto del mundo. Lo que hará será beneficiar a sus votantes y no al resto del orden. Y sólo cuando tenga algún beneficio para su proyecto, responderá a lo externo. Así, habrá que prepararse para un reto financiero enorme. Y no olvide sumar a esa situación que en el gobierno de Vicente Fox el problema se aligeró por la salida de mexicanos a los propios Estados Unidos y por el envío de remesas, situación que ahora será a la inversa. El reto será complejo y de larga duración. Por lo pronto, el pronóstico real de crecimiento para el año próximo es de alrededor del .5% con el agravante de que para el 2010 podría ser mucho peor. Haga las cuentas y sume los años del foxismo con los de la actual administración y pronto verá que, se quiera reconocer o no, el país tendrá en las manos un explosivo déficit de empleo, cercano a los diez millones de plazas. Y ello sólo como una de las aristas del problema al que tendremos que hacer frente…
Una verdadera vacilada lo dicho por Beatriz Paredes en torno a la alianza PRI-PRD. No sólo el tradicional oportunismo de la tlaxcalteca salió a relucir, sino su terrible ausencia de proyecto real. Y a muchos priístas la idea no sólo no les agradó, sino que abiertamente les molestó. La señora Paredes trabaja para convertirse en líder de la próxima bancada priísta en San Lázaro, a pesar de sus compromisos por no buscar posiciones desde la dirigencia nacional priísta. Y además, quiere tener el control del PRI, con su muy reconocida voracidad política. Habrá que esperar poco para saber si en realidad tiene posibilidades de cumplir con todas sus ambiciones… Y en tanto, en el seno del PRD quedaron listas las líneas de batalla entre los «chuchos» triunfantes y los lopiztas vencidos. Alejandro Encinas puso en claro que la reunificación no es posible. Y esperarán justo el momento electoral adecuado para poner en claro la «traición» del grupo de Jesús Ortega. Vendrá la inevitable fractura y la batalla del PRD para convertirse en el aliado cómodo que el gobierno busca y de los disidentes por alcanzar la fuerza necesaria para que alguno de los partidos pequeños conserve el registro. Esta batalla tiene aún mucho por delante.
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