El derrumbe de la Unión Soviética, el muro de Berlín, desenmascaró las dictaduras comunistas. Ocultaban la crueldad, la sumisión, la persecución, la falta de libertad. Sin religión por decreto de ateísmo. Millones de personas muertas en represión o en su ilusión de fugarse del infierno; el muro de Berlín fue el obstáculo asesino a la libertad humana. China es un vestigio de dictadura maoísta, que arrasó pueblos, culturas, como el Tíbet, transmutándose a dictadura capitalista, un grupo en el poder decide el destino de cientos de millones de humanos. El premio Nobel de la Paz, encarcelado, es un testimonio. Cuba se vistió de lo mismo con Fariña.
La historia del socialismo militante en México es rica. Un connotado grupo de intelectuales y artísticos se proclamaron emblema del socialismo en construcción. El muralismo pictórico de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, con ellos a la cabeza y muchos seguidores, fue muralismo inspirado en Marx, Lenin, los hubo en Mao. Hoy son expresiones ideológicas derrumbadas, igual que las estatuas en la ex URSS. De la calidad pictórica el mundo les reconoce, pero su obsesión ideológica fue equivocación. Los políticos abrevaron en las dictaduras, el Partido Comunista fue subsidiado con dinero y con capacitación guerrillera, hasta por Corea. En los archivos de la Unión Soviética aparecieron célebres socialistas mexicanos, como Arnoldo Martínez, dirigente nacional del PC, que recibían dinero. Los historiadores no han escrito la historia de esos movimientos.
Los socialistas mexicanos se proclaman “de izquierda” y muchos se sienten iluminados. Son la conciencia, la moral, el futuro. Ya son gobierno; pero su camino es rebotando, mutándose, hoy son aliancistas con la derecha. Sus pasos en la política y el gobierno, no son adalid de honestidad, ni de transformación. La izquierda no puede ser “Juanito”, es una payasada. No puede ser Gregorio Sánchez, en la cárcel por conexiones con el crimen organizado; ni lo es Julio César Godoy, metido por perredistas al recinto legislativo y hoy prófugo por su conexión con la banda que tiene asolado a Michoacán. Suman en listas de la vergüenza: Amalia García, los bolseros del dinero en la ciudad de México con su corrupto proveedor, Carlos Ahumada, argentino prófugo. La izquierda es un desencanto. Y lo es con Lázaro Cárdenas Batel, junto con Leonel Godoy. Recibir al estado de manos de Víctor Manuel Tinoco, reconstruido políticamente, en paz, con inversión y obra pública, con una deuda pública de 152 millones; hoy Michoacán es presa del crimen organizado y vive en el terror, pero además con una deuda pública de 17 mil millones de pesos, aunque sólo se ha publicado 10 mil millones. Lamentable por los verdaderos socialistas. Lástima por México. La izquierda es desencanto. Lo es en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
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