La deplorable condición del aparato judicial, el incremento de la inseguridad, la multiplicación nunca vista de homicidios urbanos, el secuestro como práctica cotidiana, tienen abrumado al país.
Frente a ese panorama por demás oscuro, la gente busca asideros por los cuales pueda sobrevivir, llevar un tren de trabajo, de vida familiar más o menos normal.
Ante este panorama los mexicanos reciben con un beneplácito singular el reconocimiento internacional para la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que la ubica entre las mejores universidades del mundo incluidas algunas de Estados Unidos y Europa y por supuesto como la mejor de América Latina.
El suplemento inglés The Times, dedicado a la educación, estima que la UNAM, en el último año, ha avanzado 42 lugares en su escala de clasificación, lo que lleva de por medio no solamente el número de sus alumnos, sino la formación de sus maestros pero, otro, aspecto muy importante, la investigación científica.
Para una institución que a diario sustenta y difunde la cultura, que se preocupa por la preservación de la cultura nacional, forma jóvenes para participen lúcidamente en todas las actividades productivas del país, estén presentes los mexicanos todos deben guardar aprecio y reverencia en plena solidaridad.
Muchos de los matices positivos de la UNAM, están presentes en al universidad de provincia que sostienen valores y en cualquier momento se pueden ensamblar con aquellos por lo que lucha la UNAM y todo ello contribuye a fortificar la unidad del país, la fuerza de sus instituciones.
Aquí está el sentido y la fuerza de la universidad pública. En su laicismo ajeno a toda dogma, su sentido republicano y demócrata.
Comentarios Cerrados