Ninguna mujer nace con el conocimiento sobre ser madre, todas lo van aprendiendo, intuitivamente o acudiendo a expertos, o pidiendo consejo de otras mamás con más experiencia: abuelitas, tías, hermanas.
También existen los grupos de mamás que te enseñan que cada una aprende sobre la marcha cómo formar a esa personita que con gran admiración y todo su amor te dice «mamá».
Tupperware entiende lo difícil que es llevar ese título, porque ha estado cerca. Todo mundo sabe que no hay mamá sin al menos un producto Tupperware a lo largo de 75 años.Por eso, presentamos a tres creadoras de grupos para mamás en redes sociales que nos cuentan sobre su experiencia, sobre cómo han descubierto la importancia para las madres de sentirse acompañadas, comprendidas y seguras durante el crecimiento de sus pequeños.
Por seis años en redes sociales he aprendido que existen tres cosas muy importantes: empatía, respeto y solidaridad. Llegué a esta conclusión después de encontrar que existe un gran ego en estos espacios: todas las mamás queremos presumir de nuestra superioridad en la crianza de los niños, vamos por el camino criticando a otras madres, no tomamos en cuenta que la mayoría ya fuimos juzgadas respecto a la crianza de nuestros hijos.
Yo vivía presionada tratando de cumplir estándares hasta que pensé: “Andrea: tú eres la mamá”, así fue como comencé a rebelarme como una mamá real: trastes sucios, ropa sin planchar, el niño que no se bañó ese día… Porque es la realidad, las mamás vivimos presionadas entre quehaceres, trabajo y crianza.
Mi responsabilidad con el grupo Una Mamita Primeriza es que las mamás se sientan bien siendo reales, ¡ahh!, pero aquí hay algo muy importante: límites. Existen límites en la crianza libre y estos terminan cuando comienzan los derechos de los pequeños. ¡Con su integridad no se juega!, ellos merecen lo mejor y no hablo de lujos o saber varios idiomas a los 6 años, simplemente se trata de que no vivan violencia, abusos ni maltratos. Considerando que es más fácil criar niños fuertes que reparar adultos rotos, entonces que cada quien haga con sus hijos lo que quiera.
No es difícil ser mamá, lo difícil es inventarte la paciencia cuando quieres descansar, pero tú puedes, no estás sola. Recuerda eres su Héroe.
Madre Tribu más que buscar ser una influencia en otras mamás, desea que se sientan cobijadas y reflejadas. Nosotras no decimos cómo debe ser la relación con sus mamás, parejas, amigos, hijos. Intentamos abrir un diálogo platicándoles un poco de nuestra vida y si a alguien le gusta o le disgusta estamos abiertas a la opinión que siempre enriquece y nos hace crecer.
Nuestros pilares son el respeto y la tolerancia, esto nos permite que muchísimas personas se identifiquen con los temas que tratamos en el blog, los lives y podcasts. Es gratificante recibir mensajes por inbox comentándonos que les gusta no sentirse juzgadas por no ser pro-lactancia o por haber preferido una cesárea, por ejemplo.
Somos un grupo donde damos voz a mujeres que quieren platicarnos sus experiencias. En algunas ocasiones nos han pedido ayuda y si se trata de cuestiones en las que no tenemos injerencia, como temas legales o psicológicos, hemos podido canalizarlas con expertas en la materia, mujeres increíbles que se han unido al grupo en el camino.
Hoy, hay que estar consciente de que tu opinión puede tener un impacto en los demás, por eso no puedes ir por la vida diciéndole a la gente qué hacer y cómo hacerlo sin un sustento, procuramos invitar especialistas, investigar, fundamentar, etc.
A mí, más que el término influencer me gusta ser alguien con quien se identifiquen y que quieran ser mis amigos.
Esta es la historia de cómo un grupo de maternidad cambió mi vida: Malas Madres. Inicia con una comunidad de mujeres de todo el mundo queriendo escapar de su realidad, tratando de conocer a otras mujeres abrumadas por los grupos de mamás donde era satanizada la madre que no adoraba serlo.
Y encontré a otras iguales a mí, que tenían miedo de decir; ¡estoy harta, quiero un respiro! Estas mismas madres que aman a sus hijos, pero que la maternidad y el matrimonio había absorbido su esencia como mujeres, de pronto nos convertimos en robots cambia-pañales en chongo y pijama.
Al crear “Malas Madres” me veo en la libertad de gritarle al mundo lo difícil de ser mamá, comienzo a tener la libertad de burlarme de mis ojeras y de mis hijos que no cumplían con los estándares establecidos por la sociedad. Comenzó una revolución dentro de mí cuando me llegaron mensajes de otras mujeres como yo, que tenían fotos de sus pequeños haciendo cosas divertidas y espontáneas, pero no solo eso, también encontré un montón de mamis que no se atrevían a dejar al padre de sus hijos a pesar de los malos tratos o falta de amor que había en su matrimonio.
Descubrí que éramos miles de Malas Madres, de Malas esposas, Malas hijas, Malas hermanas, mujeres que necesitábamos dejar de querer ser algo que no éramos. Así que nos volvimos una tribu que grita y exige ser felices, normalizando los cuerpos diversos, el divorcio, los días malos, los niños felices y descalzos, la crianza libre. Aceptando a quien decidió lactar y a la que da fórmula, a la mamá que creé en la crianza respetuosa y a la que no, aquella que eligió el rebozo y la que escogió la carriola.
Malas Madres se convirtió en mi diario personal, en ese apapacho que muchas como yo necesitamos.
Hoy abrazo este proyecto con todas mis fuerzas, esperando ser un espacio para todas esas mujeres que lo necesitan, para que vengan y rían de la tragicomedia que es la maternidad, que se burlen de ese esposo que aman, pero a veces no soportan, que se rían de los memes de «mamás imperfectas» y que se rían más aún de ellas mismas. “Malas” es un espacio para todas, es ese respiro que me cambió.
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