La deforestación en México genera perder, anualmente, más de 500 mil hectáreas de terrenos forestales que en 1994 ocupaban una superficie de 141.7 millones de hectáreas y de éstas, el 28 por ciento constituían terrenos arbolados con los consecuentes beneficios económicos y ecológicos.
Actualmente, la vegetación primaria se ha constreñido a casi 100 millones de hectáreas y los factores que provocan mayor degradación en los bosques templados son los incendios que en un 40 por ciento son producto de prácticas tradicionales de uso inadecuado del fuego para la agricultura y quemas intencionales; plagas y enfermedades forestales; cambios de uso de suelo y tala clandestina. En las selvas, además están los conflictos agrarios y la pobreza extrema.
Contribuye a la deforestación, la incapacidad crónica de los responsables de aplicar los recursos para impulsar proyectos que capitalicen al campo, lo que ha propiciado que sólo cinco años, se registre un saldo de 42 millones de hectáreas de vegetación secundaria con distintos grados de deterioro ambiental y una marcada declinación en la productividad agropecuaria.
A las causas anteriores, se agregan la expansión acelerada de las áreas de cultivo, el tránsito y tráfico de estupefacientes en zonas forestales marginales, aprovechándose de una doble condición: miseria y falta de alternativas de sus habitantes y la inaccesibilidad de esas zonas.
La deforestación trae problemas serios de erosión, sedimentación de lagos y ríos, disminución de la recarga de mantos acuíferos en varias regiones del país, inundaciones, pérdida paulatina de fertilidad de suelos e impactos negativos en la biodiversidad. Con resultados de pobreza en la población rural y migración a las ciudades.
Para que no se diga que sólo piensan en petróleo, presupuestos e inseguridad, un grupo plural de senadores, encabezados por el priista Francisco Herrera León, presentaron una iniciativa que reforma los artículos 131 y 139 de la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable que prevé la recuperación y desarrollo de bosques en terrenos preferentemente forestales.
Las propuestas están encaminadas para que quienes posean predios ubicados en áreas forestales y sean mayores a 30 hectáeras, destinen al menos el 5 por ciento de la superficie a la reforestación para aumentar la frontera boscosa del país, sobre todo en los procesos de reconversión productiva y conservación.
Los senadores reconocen que si bien la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable prevé la recuperación y desarrollo de bosques, la medida resulta insuficiente e ineficaz, toda vez que los productores no cuentan con incentivos necesarios para retornar a un esquema forestal y silvícola que les permita modificar sus medios de producción y el aprovechamiento sustentable de un ecosistema arbolado.
Las modificaciones, que serán dictaminadas por las Comisiones Unidas de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca y la de Estudios Legislativos y, seguramente, aprobadas por el pleno en el actual periódo ordinario de sesiones, proponen:
Inducir a los productores, particularmente a aquellos que poseen predios con suelos preferentemente forestales para que inicien un proceso de reconversión productiva acorde con la vocación ecológica con el correspondiente incentivo diseñado por el estado mexicano para este efecto, lo que propiciará mejores condiciones de vida para los campesinos y la recuperación de la riqueza forestal del país.
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