Notas

Luis Felipe

Luis Felipe Bravo Mena, exembajador de  México ante la Santa Sede, es el nuevo secretario particular del Presidente de la república. Releva a César Nava. Por qué el cambio. No se ha dicho.

Bravo Mena, de 56 años, nació en León, Guanajuato. Licenciado en derecho, por la Universidad de Guanajuato, realizó la especialidad en filosofía política y social en la Universidad Panamericana. 

Fue presidente del CEN del PAN de 1999 a 2005. Diputado federal en la LV Legislatura, 1991-1994, y senador de 1994 a 1999. Tiene amplia experiencia en asuntos internacionales, y, como se puede apreciar, es un militante de prosapia del Partido Acción Nacional.

El cambio ocurre a unos cuantos días de la designación de Fernando Gómez Mont, otro panista de abolengo, como titular de la Secretaría de Gobernación. Cerca del término de una de las primeras etapas del “Acuerdo nacional para la seguridad, justicia y legalidad”, cuyos resultados, como era de esperarse, no son los anhelados por los mexicanos. Sobre todo, por quienes, ahora, padecen duros embates de una violencia nunca vista en el norte de la república. 

Cuando la “operación limpieza” está en proceso.

El relevo sucede cuando Santiago Creel propone la sustitución de la Secretaría de Gobernación por una “Secretaría del Interior”, cuyas funciones serían, entre otras: coordinar las acciones de seguridad del Estado, protección civil, operación del sistema penitenciario, atención de los asuntos migratorios, llevar por buen camino las relaciones del ejecutivo federal con los otros poderes de la unión y con los gobiernos estatales y municipales, conducir con buen tino las relaciones con las iglesias. 

La sustitución se da a tiempo de que Manlio Fabio Beltrones, coordinador del grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Senadores, plantea que es hora de repensar el gobierno y propone una “reconstrucción integral  del sistema presidencial”. Cuando el sistema de partidos parece entrar en crisis y cuando el mundo, en crisis también, nos coloca ante la posibilidad de acontecimientos indeseados e indeseables en la comunidad nacional que pondrán en riesgo la estabilidad social.

¿Qué tan “funcional” le será Luis Felipe a Felipe Calderón, y al sistema, en su nueva responsabilidad? Habrá que ver, en los hechos, qué le encomienda el Presidente. Experiencia tiene, capacidad y calidad también, lealtad a sus principios la ha exhibido siempre. Congruencia entre sus convicciones y sus acciones la ha tenido a lo largo de su andar político. 

En lo personal, creo su oficio político, que se le reconoce, lo sacará adelante en la tarea.

Pero, repito, habrá que ver qué le encarga el titular del poder ejecutivo. 

Sin embargo, no se repetirá el caso de un Rogerio de la Selva, o de un Humberto Romero. O de los tres que sirvieron a las órdenes de don Luis Echeverría, Ignacio Ovalle, Juan José Bremer y Ernesto Gil Elorduy, jóvenes talentosos en su momento. Y qué decir de Enrique Velasco Ibarra o Roberto Casillas con don José López Portillo. Sin duda brillantes, cada uno en su estilo, Emilio Gamboa y Liébano Sáenz, uno con Miguel de la Madrid y el otro con Ernesto Zedillo. Bueno, es a éstos a quienes recuerdo. A Rogerio y Humberto por su historial, a los posteriores porque en algún momento tuve oportunidad de tratarlos.

Como sea, la importancia de un secretario particular del presidente de México no es menor. Díganlo si no los mencionados.

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