El análisis político en México está envuelto en lo emocional, lo inmediato y el impacto amarillista. Ya vendrán tiempos de calma y de paso a la razón. Ahora vayamos a los Estados Unidos, nación que elige su nuevo Presidente. Los estadounidenses ya escogieron entre John McCain y Barack Obama. Queda el espacio a indecisos. Las encuestas, más objetivas y neutrales, arrojaron el triunfo de Obama. El suceso impacta al mundo en lo emotivo. Un político de raza negra como Presidente de la potencia mundial. Pero más allá de lo emocional es el augurio de un reacomodo de la línea social y de masas.
Un halo romántico florece. Pero en la geometría de las clases sociales planteadas ante la aritmética de la economía de masas; el augurio no es muy alentador para el amplio y vasto sector de población de inmigrantes latinoamericanos que trabajan en ese país. Y en ello están los aproximadamente 14 millones de personas de origen mexicano.
Se sabe que el trabajo de segundo o tercer nivel que los estadounidenses blancos desairan, se dan esos trabajos al también gran sector de población negra. Y en esta etapa social y de ocupación laboral quedan en paralelos de competencia los negros y los inmigrantes latinos. Es entendible que la mentalidad y la visión social de un presidente de raza negra, reacomoden las estructuras laborales y las líneas políticas para atender laboral y socialmente a esa población de la que él emana.
En el Partido Demócrata, al que pertenece Obama, se encuentra un alto número de los sindicatos más grandes de Estados Unidos y ellos mantienen la concepción antiinmigrantes. Y curiosamente, Obama, a lo largo de su campaña electoral, no se pronunció en torno a la situación legal de los inmigrantes. Guardó distancia y silencio. Además con Barack Obama hay indicios de tener una posición drástica en torno al Tratado de Libre Comercio con México. Para los políticos mexicanos de izquierda que reniegan del TLC, más por contrariedad con Carlos Salinas que por razón, pueden estar cerca de que se cancele. Luego será el lamento.
Lo más sorprendente del cierre de campaña electoral fue la trasmisión de un discurso de Obama, con duración de 30 minutos, en 7 cadenas televisoras; si algo hubo en torno a Obama fue la abundancia millonaria de dólares.
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