En el libro “Los caballos de Hitler”, de editorial Planeta es el recuento que hace Arthur Brand sobre su aventura más espectacular y extravagante: la localización de dos esculturas monumentales de Josef Thorak, uno de los artistas preferidos de Hitler, y que engalanaban nada menos que la Cancillería alemana hasta el final de la segunda guerra.
Dos famosas esculturas de bronce de unos caballos de casi 5 metros de alto se dieron durante mucho tiempo por destruidas en los feroces bombardeos sobre Berlín en 1945; fotografías tomadas pocos días después de la muerte de Hitler y de la rendición nazi mostraban vacíos los espacios que ocupaban. Tiempo después se les creyó ubicadas al norte de la capital alemana aunque su rastro se perdió de nuevo, alimentando la leyenda al respecto.
Sin embargo, 70 años más tarde fueron puestas a la venta en un circuito clandestino de arte, con un precio cercano a los 6 millones de dólares; dispuesto a resolver el misterio sobre su existencia y autenticidad, el protagonista, un investigador privado especializado, recorrerá Europa siguiendo a neonazis, coleccionistas y otros personajes pintorescos y siniestros mientras repasa décadas en la pista de las polémicas piezas.
“La historia está plagada de mitos, leyendas y misterios. Yo solía desecharlos como poco más que fantasías. Hoy en día soy un poco más cauteloso y prefiero reservarme los juicios definitivos. Dicho esto, sigo sin ver programas como Persiguiendo a Hitler, la controversial serie del History Channel en la que Robert Baer, el exagente de la CIA y amigo de Michel van Rijn, mi mentor, busca evidencias de que Hitler sobrevivió y logró escapar a Sudamérica. Sí, también se puede ir demasiado lejos…”
Arthur Brand lleva al lector en Los caballos de Hitler al peligroso mundo del tráfico de arte nazi, fuente de oscuros ingresos para propósitos subversivos, en una de las pesquisas más asombrosas y descabelladas de comienzos del siglo XXI. Entre contradicciones ideológicas y conflictos diplomáticos, esta es una asombrosa historia verdadera.
Arthur Brand es un reconocido investigador de delitos de arte holandés que ha recuperado más de 200 obras. El interés de Brand por el mundo del tráfico de arte comenzó cuando era un estudiante de intercambio en el sur de España, donde conoció a unos gitanos con quienes emprendió una búsqueda del tesoro que resultó en el descubrimiento de tres monedas romanas de plata. Ese viaje lo inspiró para comenzar a trabajar como detective independiente.
Sus investigaciones lo llevaron a localizar, entre otras piezas, un mosaico de 1600 años de antigüedad que se consideraba perdido y una representación de San Marcos de la época bizantina que fue robada en la década de 1970.
También ayudó a rescatar Adolescence, de Salvador Dalí, exitoso caso que le mereció el apodo de «el Indiana Jones del mundo del arte». Otras obras recuperadas incluyen La Musicienne, de Tamara de Lempicka; el anillo de Oscar Wilde, y el Buste de Femme, de Picasso. Ha escrito dos libros sobre sus rescates: Los caballos de Hitler y Het verboden Judas-evangelie en de schat van Carchemish; además, se filmó una serie documental holandesa inspirada en su labor: De Kunstdetective.
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