Por el ritmo de ejecuciones y asesinatos vinculados con el narcotráfico, era lógico que en este año pasara la cifra fatal de 5 mil. No se esperaba, sin embargo, rebasar el baño de sangre en once meses de este 2008, plagado de desdichas.
Según cuentas de «El Universal», el número de homicidios ocasionados por el hampa llegó esta semana a 5 mil 31 y no parece que ello conmueva a las principales autoridades del país.
Hemos dicho que en México habría más muertos en el año actual que estadounidenses en toda la guerra de Iraq. Pero se insiste que la «nación tiene rumbo» y va a salir más fortalecida de la crisis actual.
Según el mismo periódico, la degradación del poder militar «es tan notable que en los próximos 5 años puede tornarse irreversible». Esto habría advertido la Secretaría de la Defensa Nacional al Congreso de la Unión, el año pasado.
También se ha dicho hasta el cansancio: El haber metido a las fuerzas armadas a combatir la delincuencia, sin calcular que los soldados serían derrotados por falta de preparación para tan peligrosa aventura, causaría desgastes irreparables a la única institución de respeto.
Debido a tan lamentable decisión, los militares son emboscados por pandillas del narcotráfico e incluso degollados, como sucedió a 11 de ellos en Nuevo León. Cientos de soldados han sido asesinados y entre los caídos se cuentan generales, coroneles, mayores y capitanes.
Esto ha de tener francamente preocupado al presidente Felipe Calderón porque, en la medida en que pierda autoridad el Ejército nacional, él no contará con un respaldo fuerte y decidido para ejercer su mandato. Ejércitos débiles y decepcionados no funcionan a un régimen gubernamental.
El primer mandatario ha dicho que el Ejército va a ser retirado del combate al hampa cuando los cuerpos policíacos estén listos para desempeñar esa labor con eficacia. No va a suceder ni en éste ni en el próximo sexenio.
El propio jefe del Ejecutivo dijo que casi el 50 por ciento de los policías federales, estatales y municipales no son confiables. No lo son porque, casi todos ellos están al servicio de los cárteles, por voluntad o bajo amenazas de muerte.
Así engrosan los ríos de sangre y en todos los ámbitos de la república resuenan las balaceras, sin que policías y soldados puedan evitarlo. Es falso que el gobierno esté ganando la guerra al hampa, como se ha dicho. Los números de ejecutados están a la vista.
Un cálculo periodístico indica que para pasar de 4 mil a 5 mil decesos fueron necesarios 42 días, y de 3 mil a 4 mil fué establecido el récord de 48 días, el año pasado. Los primeros mil muertos sucedieron en 113 días.
Independientemente de batir récord sobre masacres causadas por la delincuencia, vale recordar la pregunta de la presidenta de México Unido Contra la Delincuencia, María Elena Morera: ¿Cuántos más faltan?
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