Después de poco más de ocho años en el poder, el panismo propone, para sacar al país de la nueva crisis financiera, una reforma laboral. Así, el tema se convierte en un debate obligado con miras a la renovación de la Cámara de Diputados. El panismo en el poder, considera que un ajuste en lo que a las relaciones laborales se refiere, sería la parte toral de la gran solución a la emergencia actual. El problema sin embargo, no es tan sencillo. La reforma laboral fue propuesta por Vicente Fox, pero como necesidad para una modernización que en buen romance, ponía a los trabajadores a expensas de los trabajadores. Y ahora, el equipo que encabeza Felipe Calderón, vía la Secretaría de Hacienda, aparece para demandar una reforma que en el terreno laboral, nos permita por fin, dar paso a la vieja ambición panista que no es otra que poner límite a los derechos de los obreros. Bastaría con analizar lo sucedido en el caso de Pasta de Conchos para entender bien a bien, qué es lo que el gobierno y el PAN entienden por reforma laboral. No sería necesaria una discusión muy larga para ver con claridad, que la crisis financiera es el pretexto del gobierno para de una buena vez, colocar a los obreros y, en general, a todos los asalariados, en el terreno en el que tanto anhelan tenerlos y que no es otro que el de la indefensión total.
Habría que preguntar, sin embargo, cómo es que el gobierno demanda una reforma laboral, pero es incapaz de hablar de salarios o de distribución de la riqueza. Es interesante ver al gobierno de la derecha demandar controles laborales, pero al mismo tiempo, desata los controles sobre las reservas internacionales para fortalecer a los empresarios especuladores. Resulta curioso, por decir lo menos, que sea el gobierno que se comprometió a ser el «del empleo», el que ahora se lanza a combatir a los trabajadores. Habrá plazas, aún cuando sea sólo en el discurso, pero para ello habrá que poner límite a los derechos de los trabajadores. Un buen tema para la campaña electoral que ya ha iniciado. El PAN tiene ya en la mano, su oferta: la apertura de PEMEX al capital privado y el control de los derechos de los trabajadores. Un inicio muy claro… Al mismo tiempo, el propio gobierno lanza al terreno político una nueva «decisión» administrativa que no tiene otro afán que el de conseguir votos. Ahora se trata de la determinación de «congelar» el precio del diesel.
Por supuesto, esta medida no resuelve el problema derivado de los últimos aumentos en este producto. Pero sí deja ver que el gobierno está dispuesto a jugar con las imágenes todo lo posible. Hace un par de semanas, el gobierno aumentó de nueva cuenta el precio de la gasolina. Y al día siguiente anunció, con bombo y platillo, que con la mira puesta en las elecciones, ya no habría más alzas. En otras palabras, golpeó primero y prometió después. Ahora, no baja el precio del diesel como se demandó, sino que decidió «congelarlo» que no es otra cosa que mantener los aumentos realizados y despreciar las demandas de los afectados. Pero eso sí, se lanza el discurso del apoyo a los que menos tienen. Las elecciones como objetivo, pero el aumento como medida que no tiene reversa… Y para que las cosas queden más claras, la devaluación del peso se mantuvo viento en popa. Y de nueva cuenta, el discurso oficial se vino por tierra. Al inicio de la crisis se nos dijo que la devaluación respondía a un fenómeno mundial. Ahora, cuando las monedas más importantes recuperan terreno, el peso se mantiene a la baja, pero nadie explica nada. El golpe financiero es enorme. Y estamos al inicio de todo… Pero la falta de congruencia del gobierno no para ahí. El panismo está a punto de firmar una nueva alianza político electoral con el partido de Elba Esther Gordillo. Y con ello, se olvidarán todas las promesas de legalidad y transparencia. Se buscará someter a los panistas a la voluntad de la profesora con tal de alcanzar votos. Lo demás poco importa. El gobierno quiere en la nueva Cámara de Diputados una bancada lo suficientemente fuerte como para, por ejemplo, dar paso a la reforma laboral que ya han planteado, o a la reforma que en PEMEX, permita capitales privados foráneos y nacionales. Pero la alianza con la señora Gordillo tendrá un costo enorme para el gobierno de Felipe Calderón. No es sólo la aceptación de que todo lo que se ha dicho sobre las elecciones del 2006 es cierto, sino que hay mucho más. Y entre ese mucho más, habrá que tener muy en cuenta la incapacidad del PAN para conseguir votos de acuerdo a su ideario y del gobierno para alcanzar respaldo ciudadano a sus acciones. Y ello será sólo el inicio.
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