Existen muchas cosas en la vida que siempre hemos hecho de una manera. En el campo de las ideas, también hay pensamientos que han formado en nosotros profundas convicciones; y a estas alturas, me refiero a los sesenta años, es muy difícil cambiar hábitos y convicciones. Supongamos que el cambio se refiera a creencias religiosas sostenidas por mucho tiempo, eso es casi imposible y le daré varias razones. Primeramente, si usted ha sostenido una posición religiosa por mucho tiempo, ¿qué le parecen cuarenta y cinco años? Ahora usted tiene sesenta, eso significa que a los quince años usted adoptó voluntariamente y sobre todo razonadamente una religión en la que usted creyó. Si viniera alguien y le ofreciera cambiar su religión, a usted le parecería una locura.
Siguiendo esta ruta hipotética se debe tener en cuenta que usted ya no es un adolescente, que usted es un hombre o mujer que tiene prácticamente una vida hecha. Cambiar es imposible, porque implicaría el reconocimiento que estuvo en el error por varias décadas. Es muy duro para cualquier persona reconocer que ha vivido engañado, tan duro que a veces muchos escogen no aceptarlo y vivir en el error a sabiendas de ello. Las preguntas que como cascada vienen son tantas que nos mueven el piso algunas de ellas: ¿cómo es posible que no me haya dado cuenta de este error? ¿pero, será posible que mis padres no se hayan percatado de esto? Estas son algunas y como dijimos son muchas más. Pero lo interesante en materia religiosa no es una simple equivocación, sino el significado de tamaño equívoco; por ejemplo ¿si durante mucho tiempo mi relación con Dios ha sido bajo una premisa equivocada, entonces he vivido perdiendo el tiempo en esa religión? Esto no sólo atañe a mi tremendo ego, sino que amenaza totalmente mi fe en algo que resulta que me es verdad. ¡Vaya!, si lo más preocupante es que mi convicción religiosa está equivocada, ¿qué pasará con los que por años he estado enseñando en lo que yo he creído y creyeron mis padres?
Yo no sé si usted se encuentra en este problema. Mucha gente dice que no se debe cambiar, otras dicen lo contrario ¿qué respuesta tiene la Biblia a esta cuestión? La carta que San Pablo escribe a los romanos en su capítulo 12, verso 2, dice de la siguiente manera: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Los cristianos es gente que sabe aceptar la verdad y reconocer el error; cuando se percatan de ello, dejan el error y buscan la verdad porque, ¡sí es posible cambiar de ruta a los sesenta a los setenta y a los ochenta! Para esto se debe abrir el corazón a la verdad; por ejemplo en la ciudad de Filipos, una mujer llamada Lidia que adoraba y oraba a Dios, abrió su corazón a la enseñanza de San Pablo, (Hechos 16:14) el resultado es que ella se bautizó en la fe que Pablo predicaba. Decían mis abuelos que: “caballo viejo sabe el camino, y en nuevo no trotará”, pero la Biblia habla de un hombre llamado Pedro educado en la religión judía por muchos años que cuando Jesucristo preguntó quién era el Hijo de Hombre, él contestó: “Tú eres el Cristo el Hijo del Dios Viviente” (Mateo 16:16) y que el Señor dijo: “no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo.” (Mateo 16:17) Amigos vale la pena meditar en esto, nadie está obligado a vivir en el error y si es legítimo el escapar de lazo del cazador y de la peste destructora. Cristo es la Verdad y la Vida y el que cree en El aunque esté muerto vivirá.
Aarón Cortés Hernández es Pastor General de la
Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.gob
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