¿Debo cambiar?

Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. (Salmo 37:5)

Uno de los peligros con que nos enfrentamos es el de dejar para después lo que vamos a ser, y dejamos que el presente, que es realmente donde se determina el futuro, se nos vaya de las manos. Tendemos a posponer el momento del cambio; sabemos que debemos ser diferentes, pero lo dejamos al tiempo.

Cuando tenemos 15 años, pensamos que a los 20 ya seremos lo que deberíamos ser; cuando tenemos 20, decimos que a los 25 ó 30; y cuando estos llegan, nos preguntamos ¿Por qué tan pronto?. El paso de los años no garantiza madurez, ni produce necesariamente la clase de cambios que Dios quiere que experimentemos. Son las decisiones que tomamos en las distintas etapas de nuestra vida, las que nos transforman en la clase de persona que Dios quiere que seamos.

Al final de su vida el apóstol Pablo podía decir: “He peleado la buena batalla, he guardado la fe, he acabado la carrera…” (2da Timoteo 4:7). No se lamentaba, ni expresaba el deseo de volver atrás y empezar su vida cristiana de nuevo; y esta es la forma en que Dios quiere que vivamos.

No esperes a que, como en años anteriores, te propongas metas y te imagines proyectos que tal vez no cumpliremos a lo largo de este año, decídete hoy a hacer el cambio proponte hoy a realizar el día en el cual te conviertas en una persona distinta: no en el hombre del mañana. El trabajo fecundo y creador del cristiano proviene de la Alta Ocupación, viene de lo Alto, se llena de lo sublime y se compone de lo Sagrado. Da pues, a Dios todo tu tiempo, todo tu deseo; que El sea dueño absoluto de tu voluntad, y has de depender de Él en todo y para todo, y El te dará a conocer su Majestad.

Si quieres servirle, tan solo entrégate a Cristo hoy y déjalo manifestarse y hacer en ti los cambios que El considere necesarios: Prosperarás y todo te saldrá bien, recuerda que El hace las cosas bellas en su tiempo. Encomiéndale al Señor tus obras, y se realizarán tus proyectos; porque todas las cosas Dios las ha hecho para su destino peculiar, reciba un cordial saludo. Dios le bendiga.