Opinión

“Voluntad y valentía”

Enrique Peña Nieto, presidente electo, se proyecta, en sus propósitos y en sus acciones en proceso, como gobernante, en ciernes, eficiente y eficaz. Eficaz y eficiente como jefe de gobierno y jefe de estado. Quien encabezará la administración pública federal, con su equipo de trabajo y el de transición, diseña las formas para iniciar una ruta que termine de convencer a los convencidos; inspire confianza a quienes dudan, y mueva a sumarse a opositores ideológicos. Con todos a la construcción de la unidad, condición para salvar el tramo que nos separa de las naciones exitosas. Si bien entre todos deberemos definir qué es exitoso en la vida de los pueblos.

A partir del 1 de diciembre asumirá la titularidad del poder ejecutivo federal y ya entonces ejercerá en plenitud las facultades que le confiere la Constitución. Impulsará las reformas que la nación demanda para dar certidumbre al ser, estar, hacer, de los mexicanos todos. A los de aquí y a quienes, obligados por necesidades mil, debieron establecerse o viajar allende nuestras fronteras. La felicidad prometida espera.

Dignas de seguimiento las palabras de Vicente Fox, en Nueva Delhi, India, cuando dijo que Enrique Peña Nieto, tiene la valentía que necesita México: «Tiene la voluntad y la valentía que necesitamos», dijo en entrevista concedida a The Times of India.

Dignas de seguimiento tales palabras, valentía y voluntad, son valores que deberán acompañarlo en el ejercicio de su mandato en el cual tendrá que construir el marco normativo, el plan nacional de desarrollo, los programas sectoriales, las actividades y acciones para proveer a la nación, desde el ejecutivo federal, de lo necesario para una vida digna.

Las discusiones en torno a la “reforma laboral” aportan elementos de consideración en torno a conceptos de trabajo, capital, equidad, educación, justicia, seguridad social, capacitación, bienestar, inversión, bono demográfico, juventud y más, mucho más.

Pero en el centro de la cuestión se encuentra el reiterado asunto de la competitividad que haga de México un país apto para competir en mercados globalizados de todo, hasta de cultura, de sentido y sentimientos, tan caros a nuestras formas de ser.

No hay empleo suficiente porque no hay inversión. Los capitales nacionales e internacionales, medrosos, reclaman marcos adecuados a la rentabilidad. Acuden a lugares donde la seguridad y la ganancia les son garantizadas y la legislación laboral debe estar hecha a modo para satisfacer esas demandas. Los que ganan mucho quieren más. Así, el capital seguirá subiendo mientras que el salario se rezaga. ¿Es ético? ¿Es moral?

Voluntad y valor tendrá que desplegar Enrique Peña Nieto para conducir un gobierno que dirija también al capital por una ruta acorde al interés de las mayorías. De las mayorías trabajadoras del campo y de la ciudad, en nuestro país empobrecidas.

En virtud de la iniciativa de reforma a la ley laboral la ruta legislativa se sigue en el Senado. Previsiblemente se aprobará con las modificaciones que le hicieron los diputados, los que votaron claro, a los omisos bien señalados por Silvano Aureoles, ni en cuenta. Se aprobará y se promulgará con oportunidad.

Bueno, podría decirse que la reforma laboral camina. A ver cuándo camina la reforma empresarial, la reforma del capital, la reforma de la conciencia de los que tienen más, para hacer de México un país más justo, más equitativo.

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