Fácil decir no. El no al cambio es una postura simple y muy blindada de cualquier controversia. No debatir es no proponer. El “No” es ser conservador. Equivale negarse al cambio. El retrato inmóvil y amarillento se repite ¡La izquierda del no! No a la Reforma Energética. La inamovilidad. Es sostener una bandera arcaica de años cuarenta. La misma bandera expropiatoria del petróleo. Con un Lázaro Cárdenas intocable. Aunque la acción expropiatoria del Presidente Cárdenas significó romper con lo establecido. Fue el cambio de un sistema. 1938. A 2013 Suman 75 años sin renovación. Lo mismo.
Autoproclamado guardián del cardenismo es Cuauhtémoc Cárdenas. Con la bandera de no al cambio. Y Andrés Manuel se colocó al extremo, al de amenazar con movilizar al país. ¿Cuántos millones de mexicanos representan la nación? Líderes más jóvenes de izquierda hay. Los chuchos son una denominación de una corriente nueva. Jesús Ortega y Jesús Zambrano. O Miguel Barbosa. Pero están en el “no”.
El mundo cambia. La globalización es real. El comunismo se revisó. Las dictaduras socialistas se derrumbaron. El estatismo de la Unión Soviética se derrumbó y no se quedó el estatismo. China, del socialismo por dictadura; pasó al capitalismo de Estado. Rompió con todo concepto filosófico. Entró al pragmatismo. Y China es una nación capitalista galopante. Invade el mundo con su producción y comercio. El “NO” es viejo. Es arcaico. La izquierda es conservadora e inmóvil.
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