Este veinte de noviembre, la Revolución Mexicana cumple 99 años de vida en un ambiente de incertidumbre general que da la impresión de que se ha perdido el rumbo de la nación, sin considerar que el movimiento de 1910 tiene en sus entrañas los principios básicos de la redención económica y social del pueblo mexicano y que lo único que falta es que retornemos a la observancia de dichas normas.
No necesitamos buscar fórmulas en el extranjero para salir adelante en los momentos cruciales que se padecen en todo el país. La Revolución Mexicana, por encima de los avatares más insólitos, ha tenido etapas de difícil prueba y ha salido adelante.
Al cumplirse los 99 años del Movimiento de 1910, es de justicia recordar que la Constitución Mexicana que nos rige -aún con los muchos cambios que se le han impreso-, conserva los postulados de justicia social contenidos en el Artículo 123 que hace justicia a los trabajadores.
Recientemente, el rector de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México, Dr. José Narro, expresó al recibir en España el Premio Príncipe de Asturias, que se necesitan mayores aportaciones presupuestales para el fomento de la cultura entre los mexicanos bajo pena que de no hacerlo, “nos podemos convertir en país de maquiladores”. Como complemento de esta declaración fundamental, expresó que debe ser refundada la República en nuestro país, “porque el actual sistema neoliberal, ya no da para más”.
La Revolución Mexicana llega a sus 99 años y está en el umbral de su primer Centenario. Un elemental sentido de conocimiento, de cultura y de justicia, debe llevarnos a la identificación con los próceres del Movimiento de 1910, que inicialmente fue sólo cívico con Francisco I. Madero y posteriormente, con próceres como Venustiano Carranza, Emiliano Zapata y estadistas como Obregón, Calles, Cárdenas, etc. -quienes por encima de todos los peros que se les quiera atribuir-, contribuyeron a la creación de instituciones que han significado, que significan y que pueden significar, el progreso y la salvaguarda de la soberanía nacional.
Los hermanos Ricardo, Enrique y Jesús Flores Magón, Esteban Vaca Calderón, Juan Sarabia, Antonio I. Villarreal, Librado Rivera, Manuel M. Diéguez, etc. dieron los primeros pasos para la redención de los derechos de los trabajadores.
La nacionalización de nuestro petróleo y nuestra industria eléctrica, emprendidas respectivamente por los presidentes Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos, sentaron las bases de nuestro desarrollo industrial que culminaron en las etapas del sexenio 1940-1946 y continuaron con el “desarrollo estabilizador” 1958-1970.
José Vasconcelos dice que. “quien no tiene principios y no sabe defenderlos, está expuesto a la servidumbre”.
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