De un tiempo para acá se dio por llamar alimentos chatarra a aquellos productos alimenticios destinados principalmente a los niños que no reúnen las calidades nutricionales y a veces ni la higiene, que no sirven como buen alimento a los menores para los que están destinados.
Es fácil observar la demanda que tienen estos productos si la gran mayoría se expenden en las salidas de las escuelas primarias y no sirvan para la nutrición de los infantes, muchos de ellos de por sí desnutridos y sí les afecta el funcionamiento de su intestino.
Para los padres de familia estos alimentos se han convertido en un gasto diario que se agrega a los ordinarios que causa un niño que cursa la primaria, a este sistema de alimentación lateral no son ajenas las madres de familia que se desentienden de la disciplina y formación de los niños en sus hábitos alimenticios y prefieren que satisfagan su apetito con alimentos chatarra.
Pues bien, en cierto momento de la campaña de los medios contra los alimentos chatarra, aparecieron las empresas de los productos y entre cuatro o cinco de ellas aparece destacadamente la empresa Bimbo. Pero salió a flote, también, que tales empresas supuestamente afectadas, fueron aportadoras a la campaña de Felipe Calderón, de tal modo que se sienten con derecho a cobrar esa participación.
De todo lo anterior resulta que el Estado está obligado a revisar su participación en ese asunto que tiene indudable dimensión nacional, pues tiene que ver directamente con millones de personas y es un lastre para la salud y buena formación de los niños.
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