Opinión

Ante Estado y gobierno la vida o muerte.

Toda lucha por mejorar el hábitat para mejor calidad de vida se frustra cuando se conocen las cifras estratosféricas de personas muertas a manos del crimen organizado y de la delincuencia común. Suman miles los muertos violentamente, en cuadros dantescos. Son miles de familias mutiladas. Miles de niños huérfanos. Somos una nación, con un Estado constitucional de instituciones, de gobiernos democráticos que detentan el poder del Estado, pero este va a la deriva en los últimos años. La delincuencia sanguinaria se ha apoderado de las calles y territorios. La sociedad es la víctima. Se vive bajo el miedo. ¿Quién o quiénes destrozaron el Estado y las instituciones de seguridad?

Fue el sexenio del foxiato. La historia tiene que juzgarlo. Esa destrucción la heredó Felipe Calderón. Grupos políticos, en lucha por el poder público persiguieron ferozmente a personajes de investigación militar o policial. La sesgada visión de “los derechos humanos”, recuérdese la frase de un alto funcionario de esos derechos: “defenderé con mi propia vida los derechos humanos del delincuente”. Cosa que no se dijo lo mismo del policía. El Estado está en deuda con muchos investigadores perseguidos, los nombres está a flor de labio. Hoy todo eso se está pagando caro, a costa de la tranquilidad social.

Calderón declaró “la guerra”. Y sus enemigos políticos lo señalan como fracasado. El balance es malo para su gobierno. Su estilo es pasional. Ignoró que la investigación, llamada inteligencia, estaba destruida, con el absurdo argumento de Vicente Fox, “se acabó el espionaje y el autoritarismo”. Y el nuevo mandatario panista sacó a las Fuerzas Armadas, los soldados a la calle. Salieron como “el borras”, sin estrategia, sin información. Hoy el asesinato de funcionarios diplomáticos, del gobierno de Estados Unidos, Barack Obama, exhiben a un ejército incapaz. Ahora es conflicto internacional. La indignación estadounidense es drástica. El fantasma de un atrabancado oficial de las Fuerzas Armadas de dar un “golpe militar” es de preocuparse. Mucho de lo que hoy ocurre no sucedía. Y no imaginamos que ocurriera. Con visión hay que blindar la constitucionalidad y la gobernabilidad democrática. Y vencer al crimen.

Acerca de Adolfo Montiel Talonia

Columnas: La Política

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