Puede el joven o señorita tener tantos títulos como puedan proporcionar las Universidades, ceñirse los laureles que el arte otorga a los genios de todas las épocas o tener cualquier religión, mas, si no ha aprendido el arte del buen vivir, de muy poco le valdrá todo.
El hombre está capacitado para vivir sabiamente porque está creado a la imagen y semejanza de Dios, esto obliga a cada creyente el mandamiento de Cristo: “Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt 5:48). El camino del Reino traza para el joven, los siguientes deberes:
LEALTAD:El joven leal será siempre veraz, leal, fiel, sincero, no engaña, no defrauda, por lo tanto, hagamos lo que expresó el apóstol Pablo: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Fil 4:8). Si somos leales podremos hacer nuestra la oración de Ezequías: “y dijo: Oh Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos” (Is. 38:3).
CONSTANCIA:El joven debe ser constante, entendiendo por constancia: estabilidad, firmeza y solidez. La falta de constancia en la juventud es la causa principal de sus propias decepciones, porque la juventud olvida que la victoria se obtiene a base de una constante disciplina. Aún en medio del sufrimiento debe el joven ser constante para lograr su perpetua bendición, así como los amigos de Daniel pudieron decir: “Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.” (Dn3:18); En lugar de adorar ídolos, ellos fueron constantes en su fidelidad al Dios verdadero y aún el mismo Daniel con las ventanas abiertas se hincaba y oraba tres veces al día. (Dn 6:10).
VALOR:El valor es una virtud superior del ánimo, por medio de éste despreciamos los peligros que pueden oponerse a nuestros deberes, se necesita valor para negarnos a hacer lo malo y para no claudicar entre dos pensamientos (1R. 18:21). Mas probablemente te preguntes: ¿Cómo podré ser un joven leal, constante y valeroso? Con la ayuda bendita de Dios, tomando en cuenta lo que Cristo nos asegura: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” (Jn.15:5). Amado lector: La vida no se mide en años, se mide en logros, Dios espera de ti que des mucho fruto y que le conozcas, porque fuera de Él nada podemos hacer. Acéptalo en tu corazón ahora mismo, conócelo durante el transitar de tu vida y camina tomado de su mano; ¿aceptas el reto?.
Noé Díaz Alfaro es Pastor en la
Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.gob
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