ATISBOS

Con un enfoque analítico y conforme a su postura de disensión ante acciones y decisiones del Presidente de la república, el diputado del movimiento-partido Morena, Porfirio Muñoz Ledo, expuso las siguientes ideas sobre la felicidad.  El concepto de “felicidad” como sustento de una obra de gobierno solo se afinca en la creencia mágica de un líder todo poderoso: Para los románticos la felicidad florecía en el dolor, para los masoquistas en la autodestrucción y para los nazis en la supremacía racial. El “análisis del ser del mexicano” condujo a una multiculturalidad inextricable cuyo común denominador es la zozobra o la inestabilidad existencial. La felicidad es todo o nada. Para la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), la felicidad de las personas no debe ser un instrumento “hegemónico de medición”, ya que está “altamente influenciada por la cosmovisión de cada país y de sus componentes”. Los estados deben seguir índices verificables de desarrollo humano, también llamado desarrollo social. (Por una felicidad verificable, El Universal). Pero parece ser que para el Presidente la medición de la felicidad a partir de la percepción es suficiente para determinar el nivel de desarrollo del país, empero, lo más probable es que ello tenga un alto grado de error o de metafísico, toda vez que la felicidad es individual y no se puede valorar colectivamente. Ese estado de ánimo depende de cómo le vayan las cosas a cada persona en un determinado momento y lapso de tiempo. Si, por ejemplo, tiene trabajo y dinero para cubrir sus necesidades básicas y más, dirá que es feliz, si no tiene lo uno ni lo otro, se declarará infeliz. Por tanto, como algo abstracto, la felicidad (y más la del alma) resultaría ineficaz, lo mismo que el bienestar, si se añaden a la medición del Producto Interno Bruto (PIB), como pretende el Presidente.