ATISBOS

A Donald Trump le interesa que el presidente de México siga cuidando la frontera sur de Estados Unidos con los casi 27 mil militares y elementos de la Guardia Nacional para impedir el paso de migrantes centroamericanos, que no se oponga a la construcción del muro que se dice lleva 332 kilómetros, y que lo visite para presentarlo como aliado en su campaña política por la reelección. A Trump el tratado comercial poco importa, nunca fue su prioridad, porque a su decir el anterior Tratado de Libre Comercio beneficio a Canadá y más a México, no a su país, y lo mismo sucede con la relación de vecinos pues considera a México el patio trasero de Estados Unidos. El Presidente de la República insiste en que su viaje a Washington tendría única y exclusivamente el propósito de formalizar la entrada en vigor del nuevo tratado comercial, por lo que espera asista también el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, y la Secretaría de Relaciones Exteriores buscará, por su parte, un acuerdo para que en la reunión, si se da, no se incluya el tema político-electoral. Hay que decir que resulta iluso pensar que Trump guardará la compostura diplomática y se abstenga de aprovecharse del  mandatario mexicano, pues presentarlo como aliado ante la comunidad hispana le daría votos. Baste recordar que a Peña Nieto le comió el mandado cuando en calidad de candidato fue invitado a Los Pinos, y que en su campaña por la presidencia agarró a México de ejemplo para alertar sobre el peligro que representan para los norteamericanos los migrantes, a quienes llamó delincuentes y traficantes. Si el Presidente de la República no capta el tono burlón de Trump cuando dice que quiere agradecerle su intervención para que la migración ilegal disminuyera 84% y los cruces de centroamericanos hasta 97%, el asunto se torna grave, y más, si se cree el dicho de Trump de que “es un gran tipo”. En realidad no hay asuntos de gobierno que justifiquen la reunión de los presidentes.