ATISBOS

Porque tiene sólo tres años para dejar bien firmes los cimientos de la Cuarta Transformación con leyes que permitan su avance e impidan que retroceda, el Presidente realiza el trabajo político que corresponde a su movimiento-partido Morena y no hace a causa de la disputa interna por el poder, para mantener el control de la Cámara de Diputados. Combina la responsabilidad de gobernar con el activismo político y violentando la Ley Electoral adelantó en junio el proceso del 2021, que oficialmente inicia en septiembre. Con la cantaleta de los corruptos gobiernos del pasado busca debilitar a la oposición y allanar el camino a quienes resulten sus candidatos, para los que desde ahora pide a sus huestes el voto.  Para que las reformas a la constitución y las leyes que requiera se aprueben, lo sabe el Presidente, precisa de legisladores fieles, comprometidos con sus proyectos y supeditados a sus dictados Que sean  apéndice del Poder Ejecutivo, sin importar que hayan sido electos por los ciudadanos como sus representantes para que velen por sus intereses.  Este sería el panorama si en la elección del 6 de junio Morena obtiene el mayor número de escaños de la Cámara de Diputados, en la que, como ocurre hoy, seguiría el mayoriteo sin debatir ni analizar los cambios a la legislación, y sin hacer consultas. “A la usanza del viejo PRI le depositan su lealtad a la voz monocorde de Palacio Nacional, como si la representación que ostentan fuera abstracta y absoluta, ajena al cuidado de los intereses del representado. Hoy incluso chaquetean más y cambian de partido, cuando el voto que recibieron fue por persona y por partido. Con excepciones personales que aun cuidan las formas de la soberanía entre poderes, el morenismo disfruta su condición de comparsa, sin dignidad y dispuesto a aprobar lo que el ejecutivo envíe”. “A diferencia de la SCJN, el legislativo es prácticamente inexistente, México es, en los hechos, un país de dos poderes, con ciudadanos más indefensos y expuestos a las arbitrariedades y excesos de un gobierno que avasalla y acumula pasivos crecientes y evidentes en economía, seguridad, salud y educación” (Ignacio Morales Lechuga, ex Procurador General de la República, El Universal). En conclusión, l Presidente no quiere contrapesos al poder absoluto que ejerce.