Responsabilidad y costo político
Rafael Cienfuegos Calderón
Desde 1997 el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro está en manos del mismo grupo político: Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Rosario Robles, Alejandro Encinas, Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera – Partido de la Revolución Democrática (PRD), y Claudia Sheinbaum –Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Independientemente de lo que hayan hecho como jefes-jefa de Gobierno de Ciudad de México en los últimos 23 años respecto al mantenimiento de la infraestructura de las 12 líneas, las 195 estaciones y terminales, y las columnas y trabes de los puentes elevados; de los trenes de rodadura neumática en 10 líneas y los férreos en las líneas A y 12 -en esta que ocurrió el accidente se transportan diario 220 mil usuarios-; y de los 226.49 kilómetros de vías que integran la red, todos tienen algo de responsabilidad. Pero más la tienen Ebrard y Sheinbaum. El actual Secretario de Relaciones Exteriores porque en su gobierno se edificó la línea 12 y porque al poco tiempo de funcionar empezó a presenta fallas de construcción que en 2014 exigieron suspender el servicio en 12 de sus estaciones durante seis meses. La actual jefa de Gobierno porque le corresponde asignar el presupuesto necesario –a pesar de la austeridad republicana- para el adecuado y constante mantenimiento que es vital para la operación, buen servicio y seguridad de los usuarios del Metro –4.6 millones cada día, conteo de Transporte Urbano de Pasajeros 2019 del INEGI- y porque aunque Florencia Serranía, directora del Metro, diga que en enero de 2020 se hizo la última revisión de la línea 12 sin encontrarse alguna anomalía luego de que se atendieran los daños de las columnas 11 y 12 tras los sismos de 2017, algo falló que provocó el colapso. Es difícil saber si será alto o no el costo político que pagarán –nada comparable con la pérdida de vidas-, si la tragedia y sus secuelas cambiarán la preferencia que por ambos parece tener el Presidente para que lo sucedan , y cuál será su futuro en caso de que a los dos se les llegara a atribuir responsabilidad legal o si se les libra de toda culpa –lo que resultaría bochornoso y evidenciaría la impunidad que impera en el gobierno del cambio y la transformación-, como resultado de las investigaciones que se promete irán al fondo y hasta las últimas consecuencia. Empero, suceda como suceda, tanto Ebrard como Sheinbaum habrán perdido políticamente ante el veredicto de los votantes de Ciudad de México, que son mayoría en el Padrón Electoral nacional y que lo seguirán siendo en 2024.
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