Nada para la novel democracia mexicana
Rafael Cienfuegos Calderón
La incipiente democracia mexicana vivirá el 10 de abril un hecho que de no haberlo pervertido políticamente sería histórico. El proceso de revocación de mandato, por el contrario, quedará marcado como el “pretexto” democrático a través del cual los ciudadanos decidirán la permanencia del presidente del cambio y la transformación en lugar de votar porque deje o no el cargo. Así la revocación se convierte de facto en una ratificación de mandato, que es lo que quiere el Presidente. Él decidió someterse a juicio popular, él envió a la Cámara de Diputados la iniciativa de Ley de Revocación de Mandato, y él es quien la promueve como ejercicio democrático de participación ciudadana, pervirtiendo el proceso y quitándole al “pueblo” que lo quiere, que lo cuida, que lo apoya, que manda y entre el que es muy popular, el derecho de solicitar la revocación de un gobernante al Congreso. Y la pregunta, que no es una sino dos, desvirtúa y pervierte más el proceso. En la boleta los participantes leerán ¿Estás de acuerdo en que a Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de confianza o que siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo? Alfonso Pérez Daza, catedrático de la UNAM dice en El Universal (09-02-2022) que la naturaleza de una revocación de mandato es que el pueblo ejerza su soberanía para destituir del cargo a un funcionario público antes de que concluya el periodo de su mandato y que la tradición jurídica señala que la ciudadanía es la que solicita que se inicie el proceso. Contrario a ello, en este caso fue el Presidente quien promovió a través de su partido político el inicio del proceso de revocación, no porque quiera dejar anticipadamente el poder, sino porque calcula que es prácticamente imposible que salgan a votar en su contra más del 40% de los inscritos en el Listado Nominal, más de 37 millones de mexicanos. Considerando los antecedentes de poca participación ciudadana en los procesos democráticos de voto directo, y conociendo que siempre hay alto abstencionismo, sabe el Presidente que no se alcanzará el porcentaje requerido para que le revoquen el mandato. En este contexto ¿qué va a aportar a la novel democracia ese proceso que costará más de mil 700 millones de pesos, en el que se calcula, de acuerdo a las encuestas, votarán de 13 a 17 millones en más de 57 mil casillas, que no las 164 mil que se requieren para equipararse a una elección de Presidente de la República, como lo establece la Ley de Revocación de Mandato? Nada. Lo que sí es seguro, es que más del 90% ratificará al Presidente y que éste, empoderado, arreciará su campaña sucia contra el Instituto Nacional Electoral (INE) al que pretende sustituir por un órgano apéndice del gobierno mediante la reforma política que prepara.
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