Aunque del presidente del cambio y la supuesta transformación se puede esperar desde un chiste, una ocurrencia, un despropósito, una reacción iracunda o una declaración simplista ante hechos reales que lastiman a la ciudadanía y al “pueblo” sabio y bueno que tanto mienta, como haber llegado en los primeros seis meses del año a 183 mil 789 víctimas de algún delito del fuero común, de acuerdo a cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), no deja de sorprender la ligereza con que rehúye su responsabilidad por el fracaso de la estrategia de seguridad pública que está muy lejos de pacificar el territorio nacional. La política neoliberal de los últimos 30 años le ha servido al Presidente para tener a quien culpar de los problemas que hoy padece el país, dañan a la población y que lejos de resolverse se agravan. Sin embargo, se los achaca al pasado aunque van más de tres años y medio de que asumió el gobierno. Por eso no sorprende que el jueves en la mañanera haya dicho que el asesinato de Luz Raquel Padilla en Zapopan, Jalisco, a quien rociaron con líquido solvente y prendieron fuego, se debe “al proceso de individualización que se impulsó en el periodo neoliberal”. O sea, la inseguridad, la violencia, los homicidios dolosos y los feminicidios del presente son causa del pasado y el gobierno transformador no es ni responsable ni tiene culpa. Cuestionado por los casos de Luz Raquel Padilla y Debanhi Escobar, por las agresiones contra mujeres y por la estrategia del gobierno para tratar estos asuntos respondió: “Mire, hay que ver las cosas en el fondo, las causas. Y aunque algunos no coincidan con mi manera de pensar, además no tienen por qué coincidir, cada quien es libre y no puede haber un pensamiento único, yo atribuyo, quizá por mi formación profesional, por mi formación en la ciencia social, atribuyo todo esto al proceso de individualización que se impulsó en el periodo neoliberal”. “Durante mucho tiempo se hicieron a un lado los valores, los valores morales, culturales, espirituales y se elevó a rango supremo lo material, eso es parte de la política neoliberal, había que triunfar a toda costa, sin escrúpulos morales de ninguna índole. Son de los daños que causó la política neoliberal, que se reflejan en lo económico, incluso en lo material”. Ante esto resulta inevitable preguntarse: ¿Qué sería del gobernante del cambio sin el neoliberalismo? ¿Qué falta en el proceso de la transformación para ya no revertir sino siquiera aminorar los problemas que hay? ¿Acaso el Presidente no tiene la capacidad para hacer mejor las cosas que su antecesor? ¿Qué tanto tiempo le seguirá sirviendo al gobernante del cambio el neoliberalismo para liberarse de la responsabilidad que rehúye por la violencia, inseguridad, asesinatos, extorsiones, robos, secuestros, trata de personas y feminicidios? ¿Qué más se puede esperar de un presidente cuya fantasiosa visión le hace creer que el país va bien, que el suyo es un buen gobierno y que la población vive feliz?
ATISBOS
¿Hasta cuándo el neoliberalismo servirá de pretexto al Presidente?
Rafael Cienfuegos Calderón
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