El anhelado sistema de salud de primer mundo
Rafael Cienfuegos Calderón
El fracaso de la Cuarta Transformación en mejorar la atención a la salud de los mexicanos hasta llegar a niveles “de primera” similares a los Suecia, Inglaterra o Dinamarca, como lo anunció el presidente electo el 17 de octubre de 2018, es evidente. En su aspiración por lograrlo el presidente del cambio, ya en funciones, desapareció en 2020 el Seguro Popular a pesar de que de tener 5 millones 200 mil afiliados en estado de pobreza en 2004, año en que inició labores, pasó en 2019 a 52 millones. En su lugar creó el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) cuya función principal sería brindar «servicios de salud gratuitos y de calidad» en todos los padecimientos a personas que no tengan seguridad social, sin restricciones y de manera universal, pero fracasó. Ante ello el presidente de la transformación creó por decreto el organismo público descentralizado IMSS-Bienestar (Servicios de Salud del Instituto Mexicano del Seguro Social para el Bienestar) con el cual se dará atención médica y hospitalaria a personas no afiliadas a instituciones de seguridad social. Con esto se exhibe al INSABI como un proyecto que por “improvisado” fracasó y se pone al descubierto que en México los servicios de salud que recibe el “pueblo” son y seguirán siendo de tercera calidad pese a que el jefe de la Cuarta Transformación aspira a hacerlos de excelencia. Si bien esa nueva instancia de salud contará con el respaldo de la infraestructura que tiene el IMSS en todos los estados del país, el reto es mayúsculo si se parte del hecho de que en general la atención es regular, que hay sobresaturación en zonas donde la demanda es alta, que la falta de medicamentos es un problema no resuelto y que pese a lo que se anuncia, sigue la insuficiencia de especialistas. El decreto del 31 de agosto establece que IMSS-Bienestar tendrá oficinas en los estados si así lo considera su Junta de Gobierno y si hay posibilidad presupuestaria; que no estará sectorizado, que tendrá personalidad jurídica y patrimonio propio y autonomía técnica, operativa y de gestión, y que entre los beneficios, las personas recibirán atención sin ser discriminadas y tendrán oportunamente medicamentos e insumos gratuitos. Lo mismo que hacía el Seguro Popular y lo mismo que se pretendía con el fracasado INSABI, solo que la diferencia es que el primero sí funcionó y se convirtió en el programa de salud más amplio del país al atender a casi la mitad de la población total, a cuatro de cada diez personas. Según el gobierno del cambio el IMSS-Bienestar sí ofrecerá atención médica y hospitalaria integral, gratuita, oportuna, de calidad, universal y en condiciones de igualdad ya sea mediante el Modelo de Atención Integral a la Salud, del IMSS o, en su caso, el Modelo de Atención a la Salud para el Bienestar, que debe considerar la atención que vincule los servicios de salud y la acción comunitaria. Pero (siempre hay un pero) eso solo aplicará «en aquellas entidades federativas con las que celebre convenios de coordinación para la transferencia de dichos servicios». Asimismo, «contará con los recursos presupuestarios, materiales, humanos, financieros y de infraestructura que le transfieran directamente los gobiernos estatales con cargo a recursos propios o de libre disposición», o bien, con los recursos del fondo de aportaciones a que se refiere el artículo 25 de la Ley de Coordinación Fiscal. En fin, en aras de la transformación que se quiere imponer, el presidente del cambio sigue experimentando.
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