Sí, las leyes se hicieron para violarlas
Rafael Cienfuegos Calderón
Todos son violadores de la Constitución y la Ley Electoral y todos son cómplices. Que nadie lo acepte y todos lo nieguen, no exime al presidente prodemocracia, a partidos políticos, a suspirantes presidenciales y a autoridades electorales de la responsabilidad de corromper el proceso del 2024.
Desde el jefe de la transformación que juró respetar la Carta Magna y las leyes al asumir la presidencia, el partido oficial que disfraza la elección de su candidato y las precampañas con la de defensor de la 4T y recorridos por el país, la oposición que se montan en la lógica de si ellos no respetan las reglas del juego electoral nosotros tampoco y hacen lo mismo, hasta el árbitro que no ve infracciones, todos prostituyen la política y atentan contra la incipiente democracia.
El primero en ignorar los tiempos que marca la ley fue el inquilino de Palacio Nacional al adelantar a mediados de 2022 nombres de entre los cuales saldrá la o el candidato de su movimiento-partido Morena, a quienes apodó corcholatas.
De ahí en adelante iniciaron actos de proselitismo en los estados para ganar adeptos mientras que la oposición permaneció pasmada hasta que el 26 de junio se subió al tren de la contienda adelantada y violando también la ley anunció el registro de quienes quieran del PAN, PRI y PRD para tener candidata (o) el 3 de septiembre, 3 días antes que el partido del Presidente.
Y en ese juego todos los políticos están ilegalmente participando, lo mismo que el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que al resolver que los recorridos y actos públicos de las corcholatas de Morena no son precampañas que violen la ley, tendrán que hacerse de la vista gorda ante los gastos y activismo de los suspirantes de la oposición para recolectar mínimo 150 mil firmas entre la población para participar en una elección primaria y luego en una encuesta.
El riesgo que corren todos es que desde ahora la población, en general, y los votantes, en particular, se cansen, se fastidien y se desinteresen por la elección del 2 de junio ante el bombardeo de discursos, declaraciones, promesas huecas, escándalos, ataques, dimes y diretes de unos y otros.
Así como que el proceso electoral para la Presidencia de la República pase a la historia como el más trasgresor de la ley, el más políticamente desaseado, el más adelantado con dos precampañas disfrazadas, y como el más conflictivo.
Del circo en el que todos los políticos son actores saldrán no los candidatos a la presidencia del oficialismo y la oposición, sino los coordinadores de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación y del Frente Amplio por México, recurso con el que las precampañas ilegales se disfrazan y se le dará la vuelta a la ley con el aval de las autoridades electorales, cuyo actuar está ya en entredicho.
¿A quién se va a culpar de ello, si todos los involucrados son colectivamente responsables?
Pero, por otra parte, se significará por ser el más grande al incluir a 500 diputados, 128 senadores, nueve gobernadores, mil 063 diputados de 30 congresos locales, y mil 923 presidentes municipales de 30 estados.
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