Opinión

ATISBOS

¿Por qué la continuidad de Morena y la 4T?
Rafael Cienfuegos Calderón

Sobre la continuidad del movimiento-partido Morena al frente del gobierno federal y de la Cuarta Transformación como proyecto político unipersonal del presidente en turno no hay duda. La facilitan el uso faccioso a su favor del aparato de Estado, el descredito y descomposición de los partidos de oposición, la pugna por el poder entre sus dirigentes y las marcas PAN, PRI, PRD convertidas en negocio, al estilo de los partidos del Trabajo (PT) y Verde Ecologista (PVEM).

Ante eso, no hay aspirante presidencial que por más decencia, capacidad, experiencia, acreditación pública y nivel de competencia electoral tenga,  pueda triunfar en las urnas en 2024 frente a las corcholatas más aventajadas, específicamente, la favorita del gran elector.

No porque quienes suspiran en el oficialismo (Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard) sean lo mejor en el ámbito de la política y los más aptos, sino porque el presidente que se dice democrático echa mano del aparato gubernamental y de dinero del erario para apoyarlos y mantenerlos en la preferencia de quienes a él lo apoyan y siguen. Pero además, porque los partidos de  oposición no ha sido capaces de renovarse y desprenderse del halo de corrupción que en ellos ven los electores.

Para Xóchitl Gálvez (PAN) y Beatriz Paredes (PRI), las finalistas de la contienda interna del Frente Amplio por México tras el retiro de Santiago Creel, sus partidos constituyen un lastre que las estigmatiza como las aspirantes a la presidencia que representan lo más rancio y desprestigiado de la política. Y si a ello se suma la campaña sucia que lleva a cabo el dueño del micrófono de la conferencia mañanera contra la oposición, los méritos personales de cada una no son suficientes para revertir la mala imagen partidista.

En la antesala de la elección presidencial el partido oficial y el gobierno que encabeza el padre de la 4T tienen al servicio de sus ambiciones el aparto de Estado para llevar a cabo una “elección de Estado”, igual que como lo hacían el PRI y el PAN para impedir la alternancia y buscar perpetuarse en el poder.

Independientemente de quien sea la (el) candidato del morenismo, el objetivo de quien hoy es presidente de la República no es únicamente ganar en las urnas sino avasallar para legitimar la continuidad de la supuesta transformación, acallar las críticas sobre lo que no se ha hecho o se ha hecho mal, de los fracasos y errores, y del dispendio económico en obras y los recortes de presupuesto en salud y educación, sino también controlar las cámaras de diputados y senadores, hacer cambios a la Constitución y someter a los órganos autónomos que no quieren entrar al redil.

A decir de Mauricio Merino, Investigador de la Universidad de Guadalajara, (El Universal, 27-02-2023) el proyecto político (que se quiere hacer transexenal) hará posible además de gobernar al país reinventarlo a imagen y semejanza de su líder y, por supuesto, en función de sus intereses.

Para eso han modificado las reglas del juego antes de la contienda (por la presidencia). En vez de competir en las mismas condiciones del 2018, cuando arrasaron con la mayoría absoluta de la votación, han preferido otorgarse garantías plenas de que nada ni nadie pondrá en riesgo la continuidad del proyecto. “Podrán ganar las elecciones del 2024, pero habrán destruido su legitimidad, nos habrán dividido con violencia política y habrán perdido capacidad de convocatoria para afrontar los verdaderos problemas del país.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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