Opinión

ATISBOS

La tentación de meter mano negra en la UNAM

Rafael Cienfuegos Calderón

El proceso de elección del nuevo rector de la UNAM, que inició el día 21 con la publicación en la Gaceta Universitaria de la convocatoria respectiva, estará en peligro latente hasta que concluya en noviembre ante la tentación de grupos ajenos tanto del gobierno del cambio como de los partidos políticos de meter mano negra para presionar a la Junta de Gobierno e intentar colocar en el cargo a una (un) incondicional.

Como ha ocurrido en el pasado hoy la sucesión en la más importante universidad del país despierta intereses y apetitos de poder en quienes la ven como “botín político” no obstante que su autonomía está respaldada por la Constitución: “Las universidades y las demás instituciones de educación superior a las que la ley otorgue autonomía, tendrán la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas…”.

El gobierno del cambio que encabeza el inventor y promotor de la 4T ha atacado a la UNAM acusándola de estar sometida al pensamiento neoliberal, derechizada y ser individualista, y al rector Enrique Graue le ha llamado Poncio Pilatos, hipócrita, simulador, politiquero y emisor de “choros mareadores”.

Quizá no le quede claro que la UNAM no es un órgano descentralizado de la administración pública, sino un órgano de Estado regido por la Constitución y por su Ley Orgánica. Que no es una dependencia de su gobierno y que el rector no es su empleado. Que no lo puede injuriar por no ceñirse a su política de educación superior o por defender la autonomía de la que es garante. Que no hay una relación jerárquica entre él y el rector (María Amparo Casar, Excélsior, 25-01-2023).

Y aunque en la mañanera del 25 de julio se comprometió a no intervenir en el proceso de elección del próximo rector, no hay garantía de que así sea porque el Presidente tiene fama de que dice una cosa y hace otra.

“Espero que la máxima casa de estudios se reforme (deseó) y que José Narro, priista y exrector de la UNAM, deje de dirigir” (imputó). Porque dicen “somos autónomos”, sí, como los candidatos independientes, si, independientes del pueblo, no del poder (planteó). La autonomía es para decidir pensando en la educación que transforma, en la educación como práctica de la libertad (según él). No tener el control para tener influencias políticas y hasta hacer negocios al amparo de los cargos universitarios (acusó).

Y la suspicacia es mayor cuando se conoce que competirán por el cargo personajes que comulgan con el proyecto de la transformación y que respaldan al Presidente y están con el:

Rosaura Ruiz, secretaria de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación del gobierno de la Ciudad de México e Imanol Ordorika, director de Evaluación Institucional -UNAM-, cercanos a Claudia Sheinbaum, y John Ackerman, militante de Morena, esposo de la extitular de la Secretaría de la Función Pública (SFP) Irma Eréndira Sandoval, y director del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad –UNAM-.

La mayor agresión que ha sufrido la universidad, además de las amenazas del partido oficial de desaparecer la autonomía vía reforma constitucional y de cambiar la Ley Orgánica para que el rector sea electo por la comunidad con el voto de un estudiante de secundaria de recién ingreso a bachillerato con el mismo peso que el de un científico, es el recorte de su presupuesto sin valorar que atiende más de 370 mil estudiantes, que tiene compromisos laborales con profesores y trabajadores, necesidad de dar mantenimiento a la infraestructura y el compromiso de impulsar el conocimiento y la investigación.

 

Acerca de Juan Carlos Machorro

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