Por el continuismo a que se comprometió con su padre político, Claudia Sheinbaun sabe que si gane la presidencia de la República estará limitada los primeros tres años para ejercer con libertad su mandato. Debe cumplir los encargos de quien la hizo candidata bajo la amenaza de ser revocada del cargo en 2027.
Por tanto, el sexenio de la primera mujer en gobernar México será copia del actual con sus más desaciertos que aciertos y debe cumplir los encargos políticos, económicos y sociales que le han impuesto para que avance la supuesta transformación.
Ella ha dicho que le echará el segundo piso, empero como lo quiere su antecesor, no como lo quiera ella.
Tiene tan clara la realidad que enfrentará en el corto plazo que se ha comprometido a no quitarle ni una coma al proyecto político en curso, para estar en consonancia con el interés de su mentor político de quedar en la historia al mismo nivel que Hidalgo, Juárez y Madero.
Por eso Juan Ramón de la Fuente, cabeza del grupo de destacados que trabajarán el proyecto de gobierno 2024-2030 con base en la información de los Diálogos por la Transformación, adelantó que en el próximo gobierno no habrá ni ruptura ni sumisión con el actual mandatario, sino todo lo contrario. Un eventual triunfo de la ex jefa de Gobierno “traerá continuidad, pero con cambio”. ¡Órale!
Sheinbaum gobernará tres años bajo la amenaza de la revocación de mandato de 2027 para la que el presidente en funciones quiere cambiar las reglas. La ley respectiva establece que para que el resultado sea efectivo debe participar 40% de los inscritos en el Padrón Electoral, pero él quiere que sea 30% para quitar, aunque la participación de votantes sea baja, a quien gobierne si no responde a los intereses de la transformación.
Así es que el Programa de Gobierno 2024-2030 podrá aplicarse luego de la consulta de participación ciudadana de revocación, si es que favorece a la candidata presidencial del oficialismo.
Porque no es creíble que el inventor de la 4T se irá a La Chingada –su rancho de Chiapas- una vez que deje de gobernar –el 31 de octubre- y que no intervendrá en política. Ya parece que se va a cruzar de brazos si acaso su fiel y leal alumna se atreve a modificar el curso de la transformación que él quiere dejar de legado.
Seguirán el reparto de dinero, el subsidio al aeropuerto, al Tren Maya y a la aerolínea del Ejército, el derroche en la refinería, la amenaza contra el Poder Judicial, el INE y el Tribunal Electoral, los organismos autónomos y la democracia.
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