Opinión

ATISBOS

Votar fortalece la democracia

Rafael Cienfuegos Calderón

El domingo puede ser un gran día para la democracia.

Aunque ello depende de que la mayoría de los inscritos en el Padrón Electoral -98 millones 320 mil 591- acuda a las urnas a ejercer un derecho constitucional, a cumplir una obligación ciudadana y a emitir un voto libre y secreto.

Los votos que se emitan definirán no solo el rumbo del país y quién de entre las dos mujeres que contienden será la primera presidenta de la República, sea del signo político que sea.

También, la integración del Congreso Legislativo, la proporcionalidad de diputados y senadores de los partidos políticos, y la pluralidad, el diálogo y los acuerdos que deben de haber en una democracia.

Por eso hay que emitir un voto razonado.

Hay que evaluar a los candidatos no por lo que ofrecieron en campaña, no por el partido político que los respalda, no por el peso de quien o quienes los apoyan, sino por sus méritos y resultados como figuras públicas o políticas.

Hay que sufragar para dar un voto de confianza a quienes se considere son la opción más adecuada para que el país transite hacía el progreso y que este se refleje en el bienestar de los más de 126 millones que pueblan México.

Votar en bloque y abstenerse debilita la democracia.

Lo primero da pie a que no haya contrapesos al ejercicio indebido del poder desde el gobierno y constituye un premio para quienes habiendo ocupado un cargo público, de diputado federal o local, senador, alcalde, gobernador o presidente, no rindieron buenos resultados.

Lo segundo implica autocancelarse el derecho constitucional de elegir a los que gobernarán el país, los estados y municipios y a quienes diseñarán las leyes que regirán, teniendo edad para votar y estar inscrito en el Padrón Electoral.

Los votos que se emitan el domingo permitirán medir el interés que despertaron las candidatas y el candidato, el impacto de las campañas y la confianza que inspiran en los electores, pero también el nivel del abstencionismo que ronda entre 36% y 40%.

Aunque con la creación del Instituto Federal Electoral (IFE) en 1990 -hoy Instituto Nacional Electoral (INE)- se ciudadanizó a la autoridad responsable de los comicios y quitó al gobierno el manejo y organización de los mismos, el abstencionismo aparece en cada elección como una limitante para la democracia.

En las elección presidencial de 2000 fue de 36.03%; en la de 2006, de 41.45%; en 2012, de 36.92%; y en los comicios de 2018, se ubicó en 36.58% (Alejo Sánchez Cano, El Financiero, 24-05-2024).

Hoy las aspirantes a gobernar de 2024 a 2030 llaman a una participación masiva pero, está por verse, si su convocatoria vence el desinterés y la conformidad.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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