Opinión

ATISBOS

El futuro expresidente y su obsesionado sueño

Rafael Cienfuegos Calderón

La mayoría legislativa oficial en la Cámara de Senadores le puso el moño al regalo de despedida que días antes prometieron los diputados al aun presidente que quiere pasar a la historia de México como creador de una supuesta transformación que en los hechos es destransformación.

La reforma constitucional al Poder Judicial fue consumada y los congresos locales del morenismo se aprestan a aprobarla.

Los partidos oficiales -Morena y parásitos del Trabajo (PT) y Verde Ecologista de México (PVEM)- más dos “judas” hicieron realidad el obsesionado sueño del próximo expresidente antes de que se vaya a La Chingada –su rancho de Palenque, Chiapas-:

Cooptar al Poder Judicial, desmantelar a la actual Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que no doblegó para conformar una que sea dócil y concentrar en la presidencia los tres poderes de la Unión: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

El mayoriteo se hizo sentir para cumplirle al líder máximo, quien en la toma protesta como Presidente en 2018 se comprometió a respetar la división de poderes y a no intervenir en las tareas y decisiones de diputados, senadores, ministros, magistrados y jueces.

Pero mintió.

Por el contrario, tras cooptar al Poder Legislativo se obsesionó en controlar el Poder Judicial a través del servil expresidente de la Corte,  Arturo Zaldívar y las ministras y el ministro que impuso: Yazmín Esquivel, Margarita Ríos Farjat, Loreta Ortiz, Lenya Batres y Juan Luis González, pero no pudo ante la resistencia de otros seis.

Luego, tras el fracaso de querer prolongar el periodo de Zaldívar en la presidencia hasta 2024 y la renuncia de éste, intentó pero no logró imponer a Esquivel en el máximo cargo pues la votación de los ministros favoreció a Norma Piña, a la que no perdonó que no se haya puesto de pie cuando arribo al Teatro de la República, en Queretaro, a la celebración del Aniversario de la Constitución de 1917.

El resentimiento y la venganza del presidente del cambio fueron la motivación para agredir con saña a la Suprema Corte de Justicia e impulsar la reforma judicial, que dista mucho de mejorar en beneficio del “pueblo” la impartición de justicia.

No va a erradicar la corrupción ni el nepotismo ni los privilegios en los tribunales ni hará la justicia expedita ni cercana a los pobres porque no incluye ningún cambio con esos propósitos: no contempla más recursos ni mejor organización ni dispone mecanismos para fortalecer la  defensoría de oficio.

Empero el próximo expresidente y la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, insisten en que con la reforma al Poder Judicial y la nueva integración de la Suprema Corte de Justicia con ministros, magistrados y jueces electos por voto popular, habrá eficiencia, austeridad y transparencia.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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