Opinión

ATISBOS

Sheinbaum a la sombra de su mentor político

Rafael Cienfuegos Calderón

 

El presidente más popular en la historia política de México -60% de aceptación promedio en su casi sexenio- tiene un pie fuera del gobierno, en tanto que la primera mujer electa presidenta –recibió 35.9 millones de votos- está con uno dentro.

Empero, mientras él acapara los reflectores y marca la agenta del día, ella no tiene espacio para posicionar su plan de gobierno.

Él, protagonista como es, emplea cada minuto en promocionar los “logros” de la Cuarta Transformación -su proyecto personal-, mientras que ella, ¿sumisa o leal o bien portada?, está tras bambalinas sin atreverse a competir por el rating y empezar a librarse de la sombra que la opaca.

Así están viviendo ambos la transición “tersa” entre el primer gobierno del cambio y la transformación que concluye el día 30 y el segundo que encabezará Claudia Sheinbaum Pardo e inicia el 1 de octubre con la toma de posesión ante el Congreso de la Unión.

El aún presidente recorre el país en la llamada “gira de la despedida”, encabeza las diarias conferencias y urge a los legisladores del oficialismo a acelerar y aprobar antes de que deje la presidencia las iniciativas de reforma constitucional que adicionan la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y desaparecen siete órganos autónomos.

La presidenta electa, que aunque acompaña a su mentor político en los recorridos, se mantiene pasiva ante las condiciones del pírrico crecimiento de la economía (0.85), la inseguridad y violencia que generan miedo y suman casi 190 mil asesinatos, la situación de guerra en Sinaloa, el desplazamiento de chiapanecos a Guatemala, los nuevos compromisos que heredará y decisiones que pueden afectar la gobernanza, sin poder decir nada.

Por supuesto ella no se va a pelear con él ni lo va a criticar y ni le va a manifestar descuerdo. Debe armarse de paciencia y esperar a que se vaya y deje de gobernar, porque si algo no va a ocurrir es que le ceda espacio y le permita asumir un papel político protagónico.

Empero el 1 de octubre podría ser el momento de Sheinbaum.

El discurso de toma de posesión puede dar un atisbo de cómo va a ser el primer año del gobierno. Falta que determine hasta dónde quiere llegar con la continuidad y que explique lo que implica el cambio que pretende, sus alcances y beneficios para todos los mexicanos que promete gobernar sin distingos.

Otro aspecto definitorio será el diseño de los presupuestos de ingresos y egresos para 2025 que enviará a la Cámara de Diputados a más tardar el 15 de noviembre.

Si bien la prioridad serán los programas sociales de reparto de dinero, en educación, salud, seguridad pública, producción de alimentos, vivienda, dotación de agua potable y alcantarillado hay serios rezagos que tendrían que estar por encima del gasto de cualquier megaproyecto.

 

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