HAMBRUNA.- El reto para el siglo XXI en la producción de alimentos no es únicamente incrementar los volúmenes para atender las necesidades de la creciente población, y la de aquellos que actualmente sufren hambruna en el mundo, sino generar productos de calidad, de alto nivel nutritivo y mejores propiedades. En el caso de México, país que registra una alta tasa de natalidad y tiene millones de personas en pobreza extrema y, en consecuencia, alimentaria; que depende de una buena temporada de lluvias para que las cosechas de los cultivos de temporal sean abundantes; y cuya siembra y producción de riego está sujeta a la disponibilidad de agua en las presas, la situación se torna difícil. Ante ello, el Instituto Politécnico Nacional propone como alternativa la búsqueda de nuevas y mejores técnicas de producción y mejora nutricional de los alimentos. Esto se podrá lograr con la formación de doctores con alto nivel académico y científico: especialistas en bioquímica, biología, bioquímica, biotecnología, nutrición animal y humana, y ciencias de los alimentos. Aunque lo anterior es destacado, parece no ser suficiente, ya que en el país hay problemas diversos que limitan la producción de alimentos. Entre ellos, la Secretaría de Agricultura identifica el sistema de la tenencia de la tierra, excesivamente pulverizado, que inhibe la productividad y competitividad; la reticencia a aplicar la biotecnología porque se aduce, deteriora la riqueza genética; la insuficiente infraestructura; el mal uso del agua en la agricultura; la falta de adecuadas normas de calidad y sanidad; y la deficiente red de frío y logística en el manejo de los productos del campo al consumidor. Otro enfoque, al respecto, indica que la desaceleración económica, el aumento de la desigualdad social y la pobreza, se combinan con la crisis energética y el cambio climático para colocar a México en el umbral del hambre, que afecta ya a más de mil millones de personas en el orbe,. En el XXXI Seminario de Economía Agrícola: El Desarrollo Rural Integral en México ante la Crisis Civilizatoria, que organizó el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, se puso en duda que el hambre sea desterrada en el Siglo XXI, porque la cifra de quienes no tienen acceso a los alimentos se incrementa día con día. En esta carencia se expresa un problema de codicia desmedida y mala distribución, además de una escasez tendencial que propicia la especulación. En tanto, la emergencia resulta no sólo por la falta de alimentos, toda vez que la demanda alcanzó la oferta disponible, sino también por la de otros elementos básicos como disponibilidad de agua potable y tierra cultivable; el deterioro de los recursos pesqueros, y el agotamiento de los energéticos fósiles; petróleo, gas y carbón.
DONACIONES.- Ante el incumplimiento de las leyes de Ciencia y Tecnología y Federal de Educación que estipulan la aplicación del 1% del Producto Interno Bruto a la investigación científica –el gobierno federal destina únicamente 0.4%-, las donaciones que recibe el Instituto Politécnico Nacional son un gran apoyo porque coadyuvan a la prestación de un mejor servicio educativo y la formación de profesionistas de calidad. La doctora y directora del IPN, Yoloxóchitl Bustamante Diez, agradeció públicamente las aportaciones económicas de empresas, fundaciones, egresados, padres de familia y alumnos vigentes. Aprovechó para proponer la búsqueda de un cambio en la forma en que se hace ciencia y tecnología, ante la falta de inversión y consistencia de las políticas públicas.
OPTIMISMO.- A México le duele todo, aseguró el doctor José Narro Robles, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México. -¿Por qué?- , por la pobreza, la desigualdad y el rezago que tenemos en muchos sentidos, -por- la gente que no sabe leer ni escribir, -por- las deficiencias en alimentación y en salud, y en muchos de los asuntos fundamentales para el país. Sin embargo, dijo ser muy optimista y estar profundamente convencido de que este es un gran país, con historia y cultura sustancial para el desarrollo.
INVASIÓN.- Ahora no únicamente los vendedores ambulantes invaden vagones de los trenes del Metro. También escaleras de acceso e internas de las estaciones, pasillos de transbordos, y, lo que es más peligroso para los pasajeros -a quienes se les dice que este servicio público de transporte y sus instalaciones son muy seguros- los andenes. Sí. Hay estaciones donde los usuarios que pagaron su boleto tienen que competir por espacios libres en el área de abordaje con los ambulantes, sin que la policía que vigila haga nada. Aclaro que no tengo nada contra quienes se dedican a la economía informal, pero hago hincapié en que si las autoridades del Sistema de Transporte Colectivo (Metro) los toleran, están obligadas a ofrecerles espacios específicos y adecuados donde no se provoque algún accidente o, de lo contrario, que sean responsables y los expulsen. Pero, claro, eso no sucederá por el costo político que ello tendría en las aspiraciones presidenciales de Marcelo Ebrard.
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