POR: Rafael Cienfuegos Calderón
CIRCO.- ¿Será posible que por Rosario Robles los poderes Ejecutivo y Legislativo tengan su primer desacuerdo? El cuestionamiento surge porque mientras Andrés Manuel López Obrador, próximo Presidente de la República, reiteró que no va a perseguir a funcionarios del gobierno peñista por acusaciones de corrupción o desvío de recursos públicos, porque lo suyo no es la venganza, el senador Ricardo Monreal amagó con que si López Obrador no va tras “famosos” el Legislativo (dominado por Morena) si, y anunció que demandarán (penalmente) a Rosario Robles. El motivo de la controversia sería la malversación de mil 311 millones de pesos en las secretarías de Desarrollo Social y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, que documentó y denunció la Auditoría Superior de la Federación (ASF). El sábado 15 López Obrador expreso a los reporteros que Rosario Robles es un chivo expiatorio y que las acusaciones en medios de comunicación sobre desvíos millonarios ocurridos durante su gestión en la Sedesol y la Sedatu son un circo, como otros, porque a los de la mafia del poder y a algunos medios (prensa, radio y televisión) les gusta mucho ofrecer circo a la gente, lo han hecho los últimos 30 años, y nosotros ya no queremos eso. Para contextualizar: el 10 de enero de 2018 la ASF presentó ante la Procuraduría General de la República tres denuncias penales por malos manejos de casi 540 millones de pesos que la Sedesol entregó mediante convenios a tres universidades en 2015, año en que fueron secretarios Rosario Robles y José Antonio Meade (candidato del PRI a la presidencia). Y hace unos días, se dieron a conocer nuevos desvíos en la Sedatu por 700 millones de pesos. No obstante, Rosario Robles, que contó con la protección de Peña Nieto, además de declararse inocente, exigir pruebas y pedir que la investiguen, recibe la absolución adelantada del presidente electo, a quien como jefa de Gobierno ayudó a ganar la elección del Distrito Federal en el 2000. Hay que resaltar que al calificar a Robles de chivo expiatorio, López Obrador no solo la defiende, sino que desacredita el trabajo de revisión de la cuenta pública que hizo la auditoría en la Sedesol y la Sedatu e incurre en el delito de encubrimiento ante un posible acto de corrupción. Por otra parte, será difícil que Monreal, coordinador de los senadores de Morena, logre que el Poder Legislativo finque responsabilidades a funcionarios salientes, como Robles, porque su líder y guía, al que le deben el cargo que ahora ostentan, ya dijo que no se va a perseguir a nadie. Ni modo que lo contradigan.
CONGRUENCIA.- ¿Creerá López Obrador que porque él ya lo decidió, los mexicanos que votaron el 1 de julio contra la corrupción, el enriquecimiento inexplicable y la impunidad, están de acuerdo en que perdone a los servidores públicos deshonestos? Ha dicho, una y otra vez, que el pueblo decide y manda, y si quiere ser congruente con su decir, necesita saber si la gente quiere perdón o castigo para los corruptos. Aunque la respuesta parece obvia, debería aprovechar las giras de agradecimiento por el país para preguntar.
EXENTOS.- Por ser federal, la nueva Ley de Remuneraciones de los Servidores Públicos no aplicará a los gobernadores que ganan más de los 108 mil pesos mensuales que recibirá el Presidente de la República. Destacan Martín Orozco, Aguascalientes ($245,742); Miguel Márquez, Guanajuato ($222,025); Arturo Núñez, Tabasco ($179,428); Alfredo del Mazo ($174,409); Alejandro Moreno Cárdenas, Campeche ($167,661); Aristóteles Sandoval ($166,195); Javier Corral, Chihuahua ($163,381); y Carlos Joaquín González, Quintana Roo ($160,667).
ATRACTIVO.- Los tabuladores de los estados arrojan para Miguel Riquelme, Coahuila ($158,835); Antonio Echevarría, Nayarit ($155.301); Héctor Astudillo, Guerrero($146,911); José Rosas Aispuro, Durango ($141,697); Rolando Zapata Bello, Yucatán ($141,152), Juan Manuel Carreras, San Luis Potosí ($137,746); Carlos Mendoza Davis, Baja California Sur ($118,972); Alejandro Tello, Zacatecas ($113,526); y Francisco Domínguez, Querétaro ($109,504). Económicamente resulta más atractivo ser gobernador que Presidente de la República.
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