POR: Rafael Cienfuegos Calderón
PODER.- Más que una consulta popular –mecanismo de participación democrática y ciudadana que sirve para ejercer el derecho constitucional de votar en torno a temas de trascendencia nacional- lo que se aplicó entre el 25 y 28 de octubre fue un ejercicio del poderío político con el que se inaugura la Cuarta Transformación. El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador echo mano de la misma y la echó a perder con su sesgo partidista y marcada parcialidad. El resultado del remedo de consulta popular que favoreció la opción de López Obrador -la de Santa Lucía, Toluca, Ciudad de México-, carece de legitimidad por el cúmulo de fallas que se registraron, porque fue minoritaria, no estuvo a cargo de la autoridad electoral ni se realizó en el marco de una elección federal, como estipula la constitución. No obstante, para el próximo Presidente de la República el mandato es obedecer la voluntad ciudadana. ¿Quién ganó y quién perdió? ¿López Obrador? ¿El empresario-consultor José María Riobóo Martín? ¿El pueblo sabio que nunca se equivoca? ¿Las 761 mil 681 personas (69.94% del total) que votaron contra Texcoco? ¿Peña Nieto? ¿Los inversionistas? ¿La mayoría de mexicanos? ¿El país? El conflicto estriba ahora en la forma en que se pretenda legitimar el resultado que “haiga sido como haiga sido” fue el que quería López Obrador, porque es imposible transparentar lo que desde el principio lucía turbio y políticamente impropio hablar de transparencia, legalidad y democracia. La consulta, ordenada por quien será Presidente de la República a partir del 1 de diciembre, promovida por Javier Jiménez Espriú –próximo secretario de Comunicaciones y Transportes y demás integrantes del nuevo gabinete-, organizada por militantes y pagada por los legisladores del movimiento-partido Morena, cumplió, a final de cuentas, con el propósito de que mejor que sean 100 mil y no uno el que decida. El problema, hay que anotar, no es la consulta, sino la forma en que se llevó a cabo. Es válido que particulares la organicen y se encarguen de todo el proceso hasta tener los resultados, pero no lo es que quien aún no asume constitucionalmente la presidencia de México y su partido-movimiento que lo llevó al triunfo electoral, la hagan por consigna política.
PROPUESTA.- De lo perdido lo recuperado es bueno, reza el refrán. Texcoco perdió el aeropuerto pero ganó un parque ecológico. De acuerdo con López Obrador, luego de que se concrete la suspensión de las obras del que sería el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, se prevé que el lugar se convierta en un parque ecológico-deportivo. Para ello, el nuevo gobierno hará una convocatoria a expertos y ciudadanos para que le hagan propuestas sobre el que de entrada se denominó Proyecto Texcoco.
INCONGRUENTES.- “Qué bueno que estamos inaugurando esta etapa de consultas y a mis adversarios les digo que se vayan acostumbrando, porque cada vez que sea necesario, cuando se amerite, va la consulta”. Para ello se va a reformar la Constitución. Que no haya límites y los ciudadanos puedan solicitar, cuando haya un tema de interés público, que se haga una consulta. A quienes se manifestaron contra la consulta, a sus opositores, López Obrador los calificó de “incongruentes” por no haber actuado así con gobiernos pasados.
CATAFIXIA.- Ya no en Texcoco pero sí en Santa Lucia podrán continuar las obras e inversiones derivadas de los contratos suscritos para la construcción del aeropuerto. Eso ofreció el presidente electo a los empresarios. “No vamos a cometer ninguna injusticia”, se les va a garantizar que sus obras puedan realizarse, pero ahora en Santa Lucía. Vamos a llegar a un acuerdo. ¡Serénense! «No hay nada que temer». Al no continuar con la obra en Texcoco «se gana muchísimo», porque se evita la corrupción.
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