Rafael Cienfuegos Calderón
Los partidos políticos, mal necesario para la democracia porque solo a través de ellos la ciudadanía puede elegir Presidente de la República o regidor municipal, son una sangría para el erario nacional, un negocio millonario, un nido de vividores y ambiciosos que quieren poder y fuero, y una repulsa para la gente.
Todos padecen lo mismo: desprestigio, falta de credibilidad, corrupción, limitada representación, pugnas internas, exceso de militantes sin principios ni ideología, distanciamiento de la gente, intereses personales y de grupos, y menosprecio por la democracia.
Ante ello los electores son los únicos que pueden impedir que los dirigentes y militantes que los prostituyen se excedan, se eternicen y hagan uso discrecional del financiamiento que reciben del gobierno federal.
Pero tienen que hacer valer su voto premiándolos o castigándolos, de acuerdo a su actuación, en los procesos electorales.
Este año, por mandato constitucional, los partidos recibirán 10 mil 444 millones 157 mil 311 pesos, correspondiendo a Morena tres mil 159; al PAN, mil 904; al PRI, mil 866; a Movimiento Ciudadano, mil 017; al PRD, 751; y al PT, 719.
La cuestión es si hay justificación para que reciban esa millonaria cantidad de dinero siendo que no cumplen con los principios y obligaciones que les dan vida.
Representar a la población, defender sus intereses, encabezar sus demandas, exigir leyes que la beneficien, interceder ante los gobiernos para resolver problemas que los aquejan e incluirla en el sistema de democracia participativa.
Por el contrario, se mueven en torno a los designios del gobierno en turno para negociar y sacar ventaja.
El descrédito de los partidos políticos es uno de los síntomas más preocupantes de la democracia y uno de los desafíos más graves que enfrentan, pero sin fuerzas políticas no hay democracia (Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, 25-03-2015).
Nuestro sistema de partidos es muy joven y preocupa el desapego y la crisis de representación que aqueja al sistema democrático del país.
Los partidos políticos son piezas fundamentales en el funcionamiento de la democracia ya que esta se ha establecido y fortalecido a través de ellos. (Empero) no son ni deben ser los únicos canales de participación política en una democracia robusta y participativa, (aunque) sin partidos no podemos pensar en un sistema democrático- planteó-.
Hoy, está a la vista que los partidos son un negocio controlado por las cúpulas que los convierten en parásitos de la política.
El PT y el PEVEM, sin ganar un solo distrito en la reciente elección, tienen un número significativo de legisladores transferidos por el partido oficial (Morena) a través de pactos y negociaciones.
El PAN y el PRI, con magros resultados electorales, viven una crisis interna por el control del poder y el financiamiento, mientras que el PRD desaparece del mapa político y MC navega con supuesta bandera independiente.
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