Don David, siempre al lado de su gentil esposa, Teresita, es un lector atento de Mi Ambiente. Tiene un establecimiento de comida cercano a nuestras oficinas. Al paso platico con él. Suele comentar nuestros contenidos y en ocasiones sugiere temas a tratar, con puntos de vista agregados. Sus inquietudes las tomo en cuenta.
Un comentario relevante del momento, en política internacional, la VII Cumbre de las Américas, celebrada en Panamá. La disposición del presidente Barack Obama para mejorar las relaciones con los países del área a partir de la confirmación de una nueva relación con Cuba y, de alguna manera, aliviar tensiones con la Venezuela de Nicolás Maduro. El encuentro con Raúl Castro me alienta cuando en los años 60, mis tiempos universitarios, más de una vez los granaderos nos corretearon, nos golpearon, por manifestarnos a favor de la Revolución Cubana.
Dice don David: “No recuerdo bien, pero creo que el Che Guevara algún día dijo que cuando hubiera un Papa argentino, y Estados Unidos tuviera un presidente negro, las relaciones de la primera potencia del mundo y la pequeña, pero grande, nación antillana serían mejores.
La ecuación planteada por mi lector amigo, atribuida al guerrillero símbolo de la lucha que con antecedentes del Cuartel Moncada, un día partió de la veracruzana Tuxpan con destino a la Sierra Maestra, para combatir al dictador Fulgencio Batista, se antojaría imposible en aquellos tiempos.
Para llegar al trono pontificio era obligado ser italiano. No había en el horizonte ni checos ni alemanes. Con Karol Wojtyla, Juan Pablo II, y con Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, terminó una tradición italianizante. A ellos siguió el argentino Jorge Bergoglio, Francisco. En cuanto a un presidente norteamericano negro, sólo aparece en la fantasía literaria de Irving Wallace, novelista de ficción política.
¿Obama, un presidente norteamericano negro? Opino a don David: “no es negro, es mulato”. Sin embargo, es avance. Acaso otro adelanto a un futuro posible sea una presidente en aquella nación, en la persona de Hillary Clinton. Deseable, en cuanto podría mantener, en sus términos, las propuestas de distención mundial del actual huésped de la Casa Blanca. De él, fue encargada de la política exterior en tanto secretaria de Estado.
Distensión en el Medio Oriente, en avanzadas pláticas de Lausana, Suiza. Ojalá el diablo no meta la cola a través de la representación republicana en el Congreso, de las fuerzas conservadoras, de las exigencias de Benjamín Netanyahu. En América y el Caribe con un nuevo trato a los países del área. De manera destacada a Cuba y a Venezuela. Para ambos casos el presidente Raúl Castro juega un papel protagónico. Va otra vez: de esperarse que los republicanos no se constituyan en valladar inexpugnable.
En el marco de la Cumbre Americana en cuanto a México respecta, relevante el reconocimiento que el presidente norteamericano hizo a nuestro primer mandatario, Enrique Peña Nieto, por las reformas logradas, definitorias por naturaleza de nuevos rumbos en un mundo globalizado, crecientemente competido. Las palabras de Obama son entendibles y atendibles por inversionistas de cualquier parte, tan sensibles a los comentarios, buenos o malos, sobre cualquier país.
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