Por Héctor Villar
Es lugar común decir que compartimos la casa que Dios nos entregó, para habitarla, no para destruirla.
Que no fue Dios quien nos la dio?
Sea, según la creencia de cada quien, como sea, es hábitat dado y compartido.
«Un niño se encontró con Dios, le preguntó (los niños preguntan, actitud que muchos pierden al llegar a la adultez):
«Padre, qué es la naturaleza?
«El Señor le respondió…
‘Es la forma como algunos me nombran’…»
Lo que no es común es que todos, a partir de nuestro entorno inmediato, asumamos la responsabilidad de cuidar esa casa de todos los seres vivientes, sintientes, y de los inanimados.
«El aleteo de una mariposa en la Amazonia puede provocar un tsunami en Japón…»
Hoy sufrimos consecuencias: el vuelo de un murciélago en
Wuohan acaso sea la causa de una tragedia sanitaria el Madrid… y en el mundo.
No nos supongamos ajenos a lo que acciones propias, la bolsa de plástico que hoy desechamos, aparecerá mañana el la boca de un pez en Oceanía.
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