POR: Adolfo Montiel Talonia
La delincuencia azota al país. La sociedad en todos sus niveles es víctima. El terrible mal lo heredó el gobierno de Felipe Calderón. El fenómeno era del dominio público. Lo sabía el nuevo gobierno, de Enrique Peña nieto. Y concentró, por retazos, la lucha en la Secretaría de Gobernación. En el titular, Miguel Angel Osorio Chong. Como el Gran Jefe de las fuerzas policíacas y la alineación de los cuerpos militares. Pero el saldo es negativo la delincuencia creció y se multiplicó.
Osorio Chong se pasó de comedido. Todos metieron las manos. La violencia aumentó. El delito creció en lo sangriento. Los ladrones abundan. Desde simples rateros, hasta bandas que invaden pueblos, que roban al Estado, como los saqueadores de gasoductos. Enfrentar delincuentes no es na operación de gracia. Es enfrentar una cadena de delitos que pasa el tiempo y no se castigan. Prolifera el asalto, el secuestro, la extorción, el crimen. Y en los operativos policiacos o militares, abundan las denuncias contra los jefes de los cuerpos de seguridad.
De los llamados organismos de derechos humanos hay gente que persigue a la policía; hacen una encomienda de esa persecución. Miguel Angel Osorio Chong falló. No debió permitir que se metieran. Emilio Alvarez Icaza es una muestra de la perversión. Hace política con los derechos humanos.
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