POR: Rafael Cienfuegos Calderón
En el país vivimos una contienda electoral ligth. No hay propuestas claras y el problema de la personalidad y credibilidad (de los candidatos) fue el tema más importante del debate. Se trató de una discusión sin planteamientos importantes, sólo una que otra idea que podría ser sugerente, y sin proyecto de inclusión social, con respecto al tema de la democracia.
El ex director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Fernando Castañeda agregó a lo anterior que la gente vive una situación de desencanto sobre las promesas y ofertas de políticas públicas, y esto se acompaña de un fenómeno mediático. El proceso de campaña y disputa política se ha personalizado y traducido en un problema más técnico de estrategias, y vacío de contenidos ideológicos y políticas.
En el conversatorio “Las contiendas del primer debate presidencial”, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de Castañeda, Fernando Castaños y Anna Laura Montiel, de la misma facultad y Juan Manuel Ortega, del Tecnológico de Monterrey (ITESM) campus Ciudad de México, coincidieron en que el debate presidencial fue un ejercicio flexible e interesante que movió a la opinión pública, sobre todo en las redes sociales.
Empero, sin embargo, el hecho de que un candidato haya sido el ganador de este proceso no implica modificaciones profundas en las preferencias electorales.
En opinión de Juan Manuel Ortega, lo que se observó durante el debate fue una lucha por el segundo lugar, y dijo no creer que se hayan modificado preferencias electorales. El cuestionamiento es: ¿cuántos de los indecisos o de aquellos que pretenden dar un voto útil o son anti López Obrador se deciden por el candidato de la alianza Todos por México (José Antonio Meade)?
En el auditorio del Instituto de Investigaciones Sociales, Fernando Castaños dijo que existe la posibilidad de que haya sido un debate trascendente, aunque “en estos momentos hay incertidumbres importantes en el ambiente”.
Por su parte, Anna Laura Montiel comentó que los debates son ejercicios para generar en la sociedad imágenes y percepciones rápidas. La gente, explicó, no quiere pensar, los electores toman información a partir de atajos para decidir por quién votar; el ciudadano común quiere certezas, ver quién tiene más poder, está mejor preparado o es más carismático, y a partir de eso decidir.
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