“Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos” Eclesiastés 4:13
Estoy seguro que ninguno de nosotros puede decir que lo sabe todo. Pero mucha gente cree saberlo todo, por ejemplo los títulos de los libros y sus autores. Si lo que sabemos ahora es todo lo que pensamos saber, ¡qué tragedia! Por ejemplo, en mi iglesia me entero de algunos que critican a los pastores, esto me maravilla, por eso la gente no crece. No quiero, de verdad no deseo entrar por un sendero que no nos llevará a nada, mejor le digo: nunca deje de aprender, aprenda cosas nuevas.
Podemos aprender mucho de todo lo que nos rodea. La gente que vemos todos los días, el abarrotero, el taxista, el peluquero, de ellos podemos aprender y mucho.Puedes aprender de tus errores y también de tus mismos competidores.
Aprende sobre todo que nunca podrás ser el hombre orquesta; hace mucho tiempo que tales hombres han desaparecido precisamente porque se negaron a aprender. Creo, amable lector, que todos los seres humanos tenemos una serie de virtudes que lo único que necesitan es que aprendamos a desarrollarlas. Hay jóvenes que en este momento están tomando las riendas del país; tienen corta edad, pero son sabios, han descubierto sus capacidades y las están dejando fluir de tal manera que son los líderes que nuestra patria necesita ¿para qué necesitamos reyes viejos y necios, si éstos se niegan a aprender?
Mucha gente vive y muere sin desarrollar sus virtudes, porque se negaron a aprender. Una de las cuestiones que más me llama la atención, es ver a jóvenes ejecutivos, egresados de los mejores centros de estudios, que proceden como viejos que no quieren aceptar aprender ni oír consejos. Empresarios que van de un lado a otro sin desarrollar nada, cuando descubren las lagunas jurídicas de sus negocios saltan y se van a otros diferentes, llevando a la desilusión a sus inversionistas. Ellos creen que hay negocios que generan ganancias instantáneas. Tal cosa no existe. Los millonarios que conozco son los jóvenes que decidieron en su juventud lo qué iban a hacer y persistieron con firmeza en ello.
Por eso, debemos prepararnos para seguir aprendiendo y creo que si seguimos este camino, aunque sea una larga lucha, la ganaremos.
Lo nuevo es lo antiguo y lo viejo es nuevo. La Palabra de Dios es la misma ayer y hoy, sin embargo, tan aplicable en todo tiempo que bien haremos en seguir la ruta que nos marca, necesitamos esa luz gloriosa que hizo que en otro tiempo, muchachos de corta experiencia fueran sabios. Decida usted ser un triunfador, decida desde ahora ser un aprendiente de cosas nuevas que le sirvan para esta vida y la venidera. Siga el consejo de la Biblia, la Palabra de Dios.
Aarón Cortés Hernández es Pastor General de la
Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.org
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