* Clase política sin credibilidad; sociedad civil, avanza
La clase política del país vive sus peores momentos, nadie cree en ella y con razón. Está comprobado que su principal objetivo es ganar elecciones para tener poder y beneficiarse de él, pero no para impulsar un país próspero, lleno de oportunidades e igualdad.
En todos los partidos políticos, llámense PRI, PAN, PRD o el incondicional y oportunista Verde Ecologista y similares, se han olvidado de dar respuesta a las necesidades y exigencias de los mexicanos.
Los políticos y gobernantes que usufructúan tales franquicias que, por cierto, les deja millonarias ganancias económicas, están concentrados en ganar alcaldías, congresos locales, gubernaturas, tener control en el Senado y la Cámara de Diputados federal y, por supuesto, ganar la Presidencia de la República.
Lo han logrado; sin embargo, no hay cambios importantes en el país. No dan respuesta a las necesidades básicas de los mexicanos. No han sabido gobernar.
Existen temas añejos y pendientes que han soslayado, los han minimizado y maquillado para cambiar la realidad; no obstante, dos de ellos surgen con crudeza y en todo su esplendor: inseguridad y pobreza.
Amén de otros más como rezago educativo, ineficiente cobertura de servicio médico, desempleo y salarios competitivos.
Todo un caldo de cultivo que sumado a hechos como la desaparición de 43 estudiantes normalistas y el asesinato de 22 civiles a manos de elementos del Ejército Mexicano, crispan el entorno social.
Los brotes de inconformidad se dan todos los días en el país, cualquier pretexto es bueno para que haya una respuesta de parte de quienes por años han sido agraviados por malos gobernantes y políticos.
La violencia no es la respuesta para lograr cambios en el país, pero sí la organización civil.
Gradualmente, la población sale del letargo y se suma contra hechos de abuso de poder, de masacres contra civiles como los 22 en Tlatlaya, Estado de México, o bien la desaparición de los 43 normalistas de Guerrero.
Hoy la sociedad denuncia en las redes sociales, increpa a políticos y no acepta verdades a medias como las dadas por el gobierno federal en torno a casos como el de los estudiantes de Ayotzinapa.
El resultado, gobernantes y políticos titubeantes, acorralados, que muestran públicamente que son incapaces en sus funciones.
Queda claro que ante una sociedad civil organizada, informada, con objetivos comunes, la clase política está debilitada.
Ha llegado el momento de que en México los ciudadanos accedan al poder. 122.3 millones de habitantes, y más de 80 millones de mexicanos aptos para votar, son suficientes para buscar un cambio favorable, un mejor país.
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