El pasado domingo 30 de marzo, después del mediodía, un aguacero acompañado de granizo en algunas zonas de la Ciudad de México, sorprendió a los capitalinos. Bajo la cornisa de un edificio donde se resguardan de la lluvia algunos paseantes, una vendedora de nieve que también estaba ahí, comentaba con un dejo de tristeza la forma que ese malhadado torrencial le había echado a perder uno de sus mejores días de venta. “No sé qué vamos a hacer si el tiempo sigue así. La lluvia nos quita el calor; nos deja sin ventas”, dijo. A este comentario, una de las asistentes respondió rápido y certero: “No nos queda de otra. Así van a ser todos los días que vienen. Esto pasa porque la Tierra se salió de su eje”. Este señora, cincuentona, desconocía y, por supuesto, no le interesaban para nada, los efectos del Cambio Climático. Para muchos estudiosos del clima, ésa y otras manifestaciones desconcertantes para la mayoría de los habitantes son sólo reflejo de ese fenómeno global que está cambiando, por completo, el clima. Lo mismo suceden lluvias torrenciales en regiones que antes eran semidesérticas que calores caniculares donde el clima era benigno. Los reportes del Meteorológico nacional no dejan duda alguna. Sus reportes de las últimas semanas hablan de lluvias permanentes en casi la mitad del territorio nacional, pero lo más sorprendente es que una pueblo de la Tierra Caliente de Michoacán encabeza ahora las temperaturas más álgida en México, por encima del noroeste y el sur nacional donde esos índices era lo natural. A lo mejor la señora, acompañante de la vendedora de nieves, tiene razón.
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